Van Poppel derrota a Abdujaparov en Córdoba
El holandés Jean Paul van Poppel (PDM) comenzó ayer a arreglar sus cuentas con Djamolidín Abdujapárov (Carrera). Le derrotó en la llegada igualadísima de la tercera etapa de la Vuelta Ciclista a España, entre Jerez y Córdoba (205 kilómetros), y demostró que la falta de miedo del uzbeco es batible por el método. Cada uno tiene ya una victoria. El duelo continuará durante toda la semana. El sprint puso fin a un rodaje monótono y plomizo en el que dos modestos intentaron la escapada larga. Cabestany sigue de líder.
Mientras algunos equipos lamían sus heridas y otros recontaban su botín jerezano, una brisa que soplaba de frente permitió a los ciclistas un día de siesta al sol. La media no superó los 35 kilómetros por hora. En los primeros 60 minutos tan sólo se recorrieron 28.Cuando viene el viento de cara, un corredor tiene que estar loco o ser un suicida para escaparse del pelotón. El gran grupo siempre se comporta con lógica y sabe que el viento le puede. El valenciano Federico García (Seur) y el belga Mare Bouillon (Collstrop), dos jóvenes, desafiaron las leyes, intentaron la escapada, lucieron su jersey durante casi 150 kilómetros y se desgastaron bajo el calor. Poco les faltó para llegar fuera de control.
El Gatorade, equipo del líder, Peio Ruiz Cabestany, se puso al frente del gran grupo como símbolo de su papel, marcó un ritmo tranquilo que nadie quiso romper y, a cámara lenta, dio caza a los agotados retadores. Éstos se comportaron como dos amigos perdidos en el desierto. Ahora guías tú, ahora guío yo; para tí, las metas volantes; para mí, los sprints especiales; ten agua, dame líquidos; estoy cansado, ya no puedo más, y... así.
También hubo tiempo para demostraciones tácticas. Antaño, los equipos españoles no olían el viento, no sabían rodar con aire de costado. Ayer dieron lecciones a los extranjeros, con simulacros de abanico incluidos. Un acelerón del Clas puso al pelotón en fila. Los hombres de Juan Fernández se temían un cambio en la dirección del aire y sembraron el pánico. Como soldados al frente de una ofensiva, se pusieron cuatro al frente y aceleraron. Inmediatamente, todas las figuras fueron, nerviosas, adelante. Después, nuevas demostraciones tácticas a cargo, esta vez, de los equipos con sprinters, pero erróneas.
Hubo continuos saltos, pero nadie se inmutó. No tiene sentido para un conjunto con un posible ganador en llegada masiva desgastarse abortando cada escapada que no se produzca a pocos kilómetros de la meta. El pelotón aceleró su marcha de manera espontánea y los escapados cayeron solos.
En Córdoba se entró por anchas avenidas con sólo una curva peligrosa. El Carrera tomó, con Bontempi a la cabeza, el mando para colocar a Abdujapárov. Maniobra vana. Saltó, a 600 metros, Iñaki Gastón. A su rueda, Vanderaerden. Esto descolocó a los lanzadores. Van Poppel, el analítico, reaccionó rápido. Capturado el bilbaíno, la astucia del hombre que cogió la mejor línea derrotó a la potencia del uzbeco. El holandés, de 29 años, vencedor de cuatro etapas en la anterior edición, iguala a un triunfo en su pelea con el de Taschkent. Son dos de los mejores sprinters del mundo y están dejando sin opción al resto de los llegadores. El primer líder de esta Vuelta, Jelle N¡jdam, sin ser un especialista, logró la tercera posición.
A la sombra, en los coches de los directores, se entablaba un debate sobre la evolución del ciclismo. Las tesis contrapuestas las defienden Manuel Saiz, el del ONCE, y Javier Mínguez, el del Amaya. Cada uno arrima el ascua a su sardina. Saiz se basa en el perfil de los mejores de la actualidad, como el italiano Bugno y el español Induráin, y en el resultado de la contrarreloj de Jerez para declarar: "Los rodadores cada vez suben mejor y los escaladores cada vez van mejor contra el crono. Ya no hay especialistas". Su idea del corredor moderno cuadra con la de su líder, Melcior Mauri. Mínguez cree, sin embargo, en el poder di namitero de los escaladores, que es citar el ciclismo antiguo en sentido puro. Su ideal casi coin cide con el tipo que marcan sus dos líderes, Parra y Cubino. Así se calientan los ánimos hasta los Pirineos.
Cuadros de estreno
Los cuadros monobloque han hecho en esta Vuelta su debú en una gran ronda. Fabricados por la firma francesa Look, este tipo de esqueleto de bicicleta está hecho con composite, un material sintético que incorpora diferentes tipos de fibra: cerámica, Keylar y carbono de nueva generación, que son, según sus fabricantes, un 10% más ligeras y rígidas que las tradicionales.El material en sí no es novedad, lo que sí se presenta como futurista es la forma de ensamblaje. Un cuadro tradicional está formado por tres tubos que se empalman con soldadura. El cuadro monobloque se realiza en un molde, en el que se introduce una manguera de composite hasta que asume la forma que le dicta el corsé y luego es inflada, como un neumático, hasta que adquiere consistencia y un grosor igual en todas sus paredes. También se llaman cuadro de cuchilla, por su delgado-perfil. Su peso total ronda los 1.800 gramos.
Menos resistencia
Según sus promotores, ofrece menos resistencia al aire y, complementado con otro ingenio de la casa -la potencia de doble articulación-, convierte a la bicicleta en un aparato mucho más dócil. Su comportamiento en carretera aún no está comprobado, porque el ONCE es el primer equipo profesional que utiliza este cuadro plano y aerodinámico de color entre granate y marrón.
La potencia es el tubo que une el cuadro con el manillar. Una potencia normal sólo puede ser regulada en altura. La doble articulación permite que el manillar pueda ser regulado también hacia adelante. Ello permite a los ciclistas poner el manillar a la distancia que más les convenga para su forma de rodar.
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