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COMPETICIONES EUROPEAS DE FÚTBOL

El Madrid suspende de nuevo en ltalia

El Real Madrid, por sexto año consecutivo, estará ausente de una final europea. Esta evidencia, cruel como pocas por referirse a un conjunto capaz de ganar cinco Ligas consecutivas, remite a otra no menos dolorosa para su hinchada: la menguante catadura de este equipo ante retos de entidad. El Madrid es, hoy por hoy, un conjunto discreto. Esta vez fueron el Torino y el estadio Delle Alpi -mucho más temible el segundo que el primero- los encargados de reabrir el debate sobre cuál es la realidad del Madrid en Europa. Frente a un rival limitado que, como la mayoría de los equipos italianos, vive más del envoltorio de su hinchada y sus fichajes que de auténtico fútbol, el Madrid, pese a ser superior, no supo dar la imagen de campeón que merece un finalista. Lo mejor de la eliminatoria corrió de su lado -dos de los tres goles del Torino fueron de churro y su catenaccio es un timo-, pero bastó la falta de una delantero centro como el Hugo de antes, además de otras cuestiones referentes a la pobreza anímica de los jugadores, para aplastar su sueño europeo.Envolvió el Torino el partido en la lija de la intimidación, sortileglo del que obtuvo no poco rendimiento. Fuego en la grada, plomo en las botas y poco aprecio por el balón. Cuando el cuero pierde importancia, el Madrid sufre, pues su repertorio parte de hombres que han basado su fútbol en un idilio con dicha herramienta. La escasa presencia de Michel, por ejemplo, fue ayer determinante. Al Torino le preocupa menos esta cuestión. Lo prueba su nula capacidad goleadora y su solvencia defensiva, recurso tan fácil como ruin. Extraviada la opción del orden, teórico patrimonio de un Madrid que partía con ventaja en el marcador y, por lo tanto, en el cronómetro, el partido se refugió de entrada en los errores, no en los aciertos. De rebote en rebote llegó un balón torcido. a Lentini en la pared derecha del área del Madrid. Lentini metió una rosca flojucha que Rocha,

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en su afán por despejar, alojó en la red de Buyo. La fortuna se cebó así con insospechada crueldad en el defensa brasileño, el mejor del campeonato español.

El tanto, por su prontitud (m. 9), tuvo un valor incalculable. Sin necesidad de tirar a puerta, el Torino se encontró con la eliminatoria resuelta y con el Madrid allí donde lo quería: obligado a tomar la iniciativa con todo en contra. La grada tomó buena nota del giro que había sufrido la eliminatoria y comenzó a ealevar la presión hasta límites insufribles.

La respuesta del Madrid fue roma. El conjunto del Beenhakker reelaboró la puesta en escena de sus recientes actuaciones en la Liga española: fútbol por entregas. A un minuto de inspiración -1 ajustada volea de Llorente, en el minuto 22- le sucede un buen rato en el destierro: la segunda oportunidad, obra de Michel, no llegó hasta el minuto 45.

El Torino, por su parte, depositó su mínima versatilidad en las carreras de Annoni, la verticalidad de Scifo y la laboriosidad de Lentini. No necesitaba, teóricamente, más, pues su opción era ya claramente conservadora. Sólo un dato: el primer disparo a puerta válido del Torino no llegó hasta el minuto 46, cuando Casagrande remató a bocajarro sobre el cuerpo de Buyo un balón centrado por Martín Vázquez.

La emoción por el resultado desató una segunda parte de gran intensidad. Refugiado en el Torino fue decantando el encuentro a su favor a medida que el Madrid desaprovechaba sus oportunidades (Hagi, m.54; Llorente, m.67; Hierro, m.82). Llegó el gol de Fusi cuando más condenado parecía el Torino y el partido quedó calcinado para el Madrid. Sobrevino después lo habitual en estos casost a la ausencia de un líder capaz de empujar al equipo se unió la alocada ansiedad de todos por reanimar lo que ya estaba muerto. Lejos queda ya la final de la Copa de la UEFA ganada con solvencia al Colonia en 1986. Este Madrid es otro. Chamartín comienza acostumbrarse a noches como la de ayer. Malo. Casi tanto como la recaída de Prosinecki, oscura nube en el futuro del equipo.

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