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Martín Vázquez, el jugador más infeliz de la quinta

Jorge Valdano

El partido frente al Torino tuvo unos personajes muy marcados. Martín Vázquez defraudó y Michel apareció como nunca lo había hecho antes en un gran encuentro europeo. Fue un partido que el Torino propuso desde las leyes del catenaccio. La resurreción del Madrid tras el gol italiano pone de manifiesto una recuperación del ánimo más que del juego. En resumen, el encuentro dejó las siguientes grandes notas:

Martín Vázquez: Es el jugador más infeliz de la quinta del Buitre. Se viste en Armani y los espaguetis se los come con langostinos, pero, cuando se mete en la cancha, no disfruta de su profesión. Primero, porque es un gran actor al que se le otorga un papel secundario. Segundo, porque es un jugador de ataque sometido a la disciplina del más puro catenaccio. Sin embargo, es responsabilidad del mismo Martín Vázquez esa sensación que nos deja de guardarse algo para sí. Por sus problemas de personalidad se deja arrebatar el mando del partido por jugadores de menor categoría. En un jugador con históricos problemas de personalidad, este partido contribuía a acusar aún más su pobreza anímica.

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Michel: Fue el contraste de Martín Vázquez, incluso de él mismo. Por vez primera, asumió la autoridad que sus admiradores le reclamamos. Baste con decir que echó a Policano del campo y que entregó los dos goles del Real Madrid. El giro de su aportación tiene que ver con su permanente afán de participación. Cuando asumen esas responsabilidades, los jugadores valen por lo que son capaces de dar y por lo que son capaces de contagiar.

El Torino: El equipo de Mondonico representa la etapa futbolística anterior a Sacchi. Su estructura táctica y su actitud ante el juego enlaza con la tradición italiana, por lo que Sacchi termina siendo un grito de rebeldía contra una realidad mezquina. Da la impresión de que el Torino compra grandes jugadores porque así lo exige la parafernalia italiana. Esta forma de jugar penaliza a sus estrellas. Lo único que le vale es la estadística. Es un equipo que sólo tiene razón de ser cuando mira a la tabla clasificatoria, pero ignora lo que el fútbol tiene de sentimiento.

El Real Madrid: Buyo pagó su error con un milagro posterior. Rocha es un futbolista que produce la sensación de tener siempre palabras nuevas para elogiar eso que el fútbol sintetiza con el término categoría. El campo parecía inclinado para el lado derecho porque Hagi se acostó sobre esa banda y porque Michel vivía en estado de gracia. Por el centro esperaba Butragueño, que mostró siempre el talento como arma para subsistir en las duras condiciones que marca el catenaccio. Butragueño esperaba y Hierro mostraba una vez más su condición de delantero centro con punto de salida en el medio de la cancha. La virtud del Madrid: el equipo estuvo a la altura de Europa. Si sumamos este partido al que jugó hace cuatro días en Albacete, se le puede considerar como el síntoma de una recuperación al menos anímica.

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