Eclipses
Llegaron una mañana tan campantes a trabajar y se encontraron con el eclipse súbito. Hablo del diario El Sol, naturalmente, y de ese cierre de tan torpe factura: sin que lo supiera ni tan siquiera el director, con la ambigua excusa de una "suspensión temporal" y pocos días después de que la empresa dijera que seguían.Como periodista me duele la desaparición de un periódico en el que trabajan muchos amigos; como lectora lamento el fin de un medio. Pero como ciudadana me preocupan, sobre todo, estos modos laborales. Si una empresa se atreve a actuar así, tan rudamente, frente a un montón de periodistas que al menos pueden salir en los telediarios y contar con el amparo corporativo (gracias a eso, aún siguen), ¿qué no estarán haciendo otras empresas con unos trabajadores más callados, más desprotegidos, más anónimos? En el mismo diario en donde leí la noticia de El Sol me enteré, por ejemplo, de que los 200 empleados de la firma Boetticher llevan casi un año sin cobrar. A ellos les ha costado bastante tiempo llegar a las páginas de los periódicos. Hay muchos otros que no llegan jamás.
Me parece advertir en el ambiente una suerte de frenesí gestor, una ligereza empresarial que luego han de pagar los trabajadores a sangre, olvido y fuego. Se diría que en la reluciente España del 92 ha tintineado demasiado el dinero. En un abrir y cerrar de ojos se nos ha llenado el país de capitalistas ultramodernos, empresarios malabaristas y fortunas inmensas, creadas de la noche a la mañana, que ahora empiezan a deshacerse de la mañana a la noche como globos hinchados. Aumenta el paro; y se habla de políticas austeras que, como siempre, serán sobre todo austeras para los de abajo. Tanta fiebre, tanta ambición, tanta irresponsabilidad, tanta avaricia: estos eclipses siempre producen víctimas.
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