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BALONCESTO/ LIGA EUROPEA

El Estudiantes deja conmocionado al Maccabi

Estudiantes solucionó con grandes dosis de brillantez y oficio su primera gran papeleta europea. Vapuleó al Maccabi en todos los terrenos, igualó la eliminatoria y, de paso, elevó su moral hasta las nubes de cara al decisivo partido del proximo jueves. La Final Four de Estambul está mucho más cerca. El único problema es que la magnitud de la paliza pueda crear un exceso de confianza en el equipo madrileño.El conjunto madrileño realizó un partido perfecto en todos los aspectos. Atacó con velocidad y fluidez, supo adaptarse con naturalidad a los cambios defensivos de los israelíes y marcó en todo momento el ritmo de juego que más les interesaba. Su precisión de cara al aro contrario, y una acertada defensa sobre las piezas clave del contrario, marcaron definitivamente la diferencia. Los jugadores de Miguel Ángel Martín tuvieron unos porcentajes de tiro de auténtico ensueño: 72 % en lanzamientos de dos, 57 % en triples y 76 % en tiros libres. Esta precisión hizo posible que en la primera parte lograran una cosecha espectacular: 55 puntos, cuando su media europea apenas supera los 40 por periodo. Jugando así es imposible perder un partido.

El equipo de Tel Aviv sufrió un importante correctivo, en el marcador y en el ánimo de sus jugadores. Anulado Jamchi, el Maccabi sólo pudo contar con los puntos de Mitchell (22) y Goodes (20). El Maccabi vivió casi toda la tarde de los tiros en suspensión. Goodes enganchó unos cuantos triples en la primera parte, pero no parecía de recibo descansar en el acierto de un hombre que no figura entre los decisivos del equipo.

Capturó el Maccabi 13 rebotes menos que sus rivales y, en más de una ocasión, dio la impresión de ser un conjunto absolutamente desdibujado, con esa tendencia a la abulia que transmite en cuanto las cosas se ponen feas. Mercer, un veterano sobrado de centímetros, resumía en sus carnes la incapacidad de su equipo. Frente a Orenga, Pinone y Pedro Rodríguez, parecía un muñeco de piernas de alambre y dedos de gelatina. Mercer encabezaba un cortejo fúnebre que serpenteaba por el parqué fallando cuando caía en sus manos. Muy poca cosa para un aspirante a la Liga Europea.

Y es que el Maccabi se encontró en todo momento a merced de Estudiantes. Si metían una serie de dos canastas seguidas, los del Ramiro les endosaban un parcial de 10-0 (minuto 10); si acertaban con un contrataque, sus anfitriones metían el turbo y les paraban los pies robándoles los siguientes dos balones; si, finalmente, aban su defensa al hombre por una zona aparentemente digna, Estudiantes metía tres triples y daba por zanjado el asunto. Todas las soluciones del equipo local eran acertadas. La precisión se complementaba con una agresividad tremenda en la defensa. El juego alegre de Estudiantes pudo, una vez más, con la mayor experiencia de sus rivales. Antes del partido cabían algunas dudas sobre la respuesta a la gran responsabilidad que afrontaban unos jugadores con escasa experiencia en los grandes combates del baloncesto europeo. Los madrileños, desechados definitivamente complejos, ofrecieron a su enfervorecido público una gratificante sensación de confianza y poderío. El tercer y definitivo partido, que se celebrará pasado mañana en el mismo escenario, debe servir para confirmar su mayoría de edad europea. Sobre el papel, la apuesta es favorable a Estudiantes. Tiene la confianza, el juego y la cancha. Tendrá que permanecer atento, sin embargo. El Maccabi tiene un historial repleto de batallas difíciles. No podrá afrontar el tercer partido con la indiferencia de ayer. De lo contrario, se verá en muchísimas dificultades ante un equipo que tiene el instinto de los ganadores.

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