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LIGA EUROPEA DE BALONCESTO

El Joventut aguó la fiesta croata en el estreno local

Robert Álvarez

ENVIADO ESPECIAL, El Joventut no fue más cortés de lo que exigió el guión. El equipo badalonés no hizo más concesiones al portaestandarte deportivo internacional de la nueva Croacia que el saludo inicial y una placa. A partir de ahí, adoptó la postura del más frío y calculador profesional. Fue a lo suyo. Se dejó de fiestas y de gaitas y buscó los flancos más débiles de su rival, que ayer fueron numerosos y fácilmente detectables.

De hecho, la fiesta apenas existió. El Joventut no tuvo necesidad de desactivarla. En contra de lo que anunciaron los directivos del Cibona, su pabellón ni tan siquiera se llenó y el público se comportó con total normalidad. Incluso en algunas ocasiones se inhibió del partido.

El único atisbo de verbena empezó a siete minutos del fin, cuando el marcador pasó de 11 (37-48) a sólo tres tantos (55-58) de diferencia. En esos momentos algunos miembros de la expedición badalonesa se tuvieron que arrepentir de haber inyectado una presión excesiva al equipo durante los días previos al encuentro. Pero Villacampa y Thomson manejaron el epílogo con relativa comodidad y el Cibona cooperó precipitándose en los lanzamientos triples y en algunos intentos fuera de lugar, y encima errados, por machacar el aro de Joventut con mates rimbombantes.

Fue un partido descompensado. El Cibona naufragó bajo los aros, más, mucho más de lo que ya se presumía por la inferioridad técnica de sus pívots. Ni tan siquiera hicieron valer su mayor altura -había 10 centímetros a su favor en los emparejamientos de los titulares- y no sólo se limitaron a hacer tres puntos en el primer tiempo -todos ellos en tiros libres- sino que perdieron un buen número de rebotes defensivos. Thomson, muy apagado durante los últimos encuentros, se encontró como pez en el agua. Volvió a constituirse en el jefe espiritual del equipo bien ayudado por un Morales sobresaliente en defensa y que incluso cumplió en ataque.

El Cibona acabó rindiéndose y el conjunto de Badalona refrendó que es el gran favorito de la eliminatoria. Con su victoria se ganó dos cartuchos, a disparar en su pabellón, para abrirse el camino hacia la final four de Estambul. La única amenaza, tal como se encargaron de recordar los jugadores croatas tras el partido, es que ya están habituados a jugar en España -disputaron como locales la liguilla de octavos de final en Puerto Real- y no se les puede dar por eliminados hasta el final.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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