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González no piensa designar un sucesor, sino que abrirá un debate para que surjan candidatos

Luis R. Aizpeolea

El presidente del Gobierno, Felipe González, no piensa designar un sucesor. Su idea es más bien la de estimular la decisión de varios aspirantes mediante la libre expresión de ideas y proyectos dentro del partido y ante la sociedad. Felipe González no ha fijado ningún plazo para su sucesión. Tampoco ha dado a conocer nombres, y será casi con toda certeza la cabeza de cartel del PSOE en las próximas elecciones generales, según se desprende de los comentarios de políticos socialistas que han hablado con el presidente del Gobierno en tiempos recientes.

Felipe González, según varios políticos socialistas, pretende que su sustituto no sea una persona, sino un poder institucionalizado, entendido "más como reparto de poder que como la cesión de su mando al aparato del partido", matizan fuentes socialistas. En este sentido se separa del modelo francés, según el cual Mitterrand parece inclinarse por Laurent Fabius como sucesor. La designación de Narcís Serra como vicepresidente no ha tenido, por lo tanto, cariz sucesorio.Fuentes próximas al presidente del Gobierno opinan que éste desea evitar que su presencia bloquee el surgimiento de aspirantes a sucederle. Las mismas fuentes expresan la preocupación de González por la organización excesivamente piramidal que preside y que ha arrastrado serias consecuencias políticas, como la reacción tardía de los socialistas ante el caso Guerra e incluso la relativa paralización de la Administración en momentos en que no estuvo ocupado de la política nacional, como sucedió durante la guerra del Golfo.

González pretende que no gire todo en torno a una persona. "Lo que el presidente quiere es que los militantes no le estén mirando a los ojos para opinar. Pretende que tengan capacidad de expresarse y a través de ello se vean sus posibilidades. Los tiempos de graves crisis institucionales, en que era necesaria una férrea disciplina, ya han pasado, y la gente no tiene por qué estar callada", afirman colaboradores de González.

El presidente del Gobierno tampoco pretende que la institucionalización del poder se articule a través del actual aparato del partido. De hecho, en el último Congreso socialista de noviembre de 1990, González intentó dar el primer paso de abrir la Comisión Ejecutiva del PSOE a representantes caracterizados de varias corrientes y sólo lo consiguió parcialmente.

Su pretensión de introducir en la Comisión Ejecutiva del PSOE a Narcís Serra, y al ministro de Educación, Javier Solana, estaba ya presidida por la idea de colocar en el centro de decisión partidista a dos políticos socialistas en la línea de salida por la carrera de la sucesión. El veto del aparato del PSOE -que controla Guerra- lo impidió con el pretexto de que eran ministros.

En los ámbitos del PSOE no se pone en duda de que Alfonso Guerra tratará de pelear porque el actual aparato del partido sea el depositario del poder que ceda Felipe González. Guerra ya viene dando la batalla con su presencia en las agrupaciones socialistas y sus intervenciones públicas basadas en un discurso reiterativo: el atrincheramiento del PSOE frente al acoso desde fuera.

Además de Serra, en su cargo estratégico de vicepresidente, otros políticos están situados para participar en el debate de futuro: el ministro de Educación, Javier Solana; el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves; el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono; el secretario general del PSE-PSOE, Ramón Jáuregui, y el ministro de Economía, Carlos Solchaga.

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