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Entrevista:Yegor Gaidar

"La privatización ha beneficiado a la 'nomenklatura"

Pregunta. ¿Qué hace falta para que la reforma económica salga bien?Respuesta. Para eso es preciso que mantengamos la continuidad de nuestra política, un nivel suficiente de estabilidad política, el apoyo de la comunidad internacional... y un poco de suerte.

P. Cuando habla de apoyo internacional, ¿se refiere a la ayuda humanitaria o al apoyo financiero?

R. En primer término, me refiero, por supuesto, al apoyo financiero, y fundamentalmente a la creación de un fondo estabilizador que sostenga la cotización del rublo y a la concesión de créditos que nos permitan equilibrar la balanza de pagos. El país atraviesa por un periodo duro, debido, entre otras cosas, a la crisis de liquidez que acarrea el hecho de tener que hacer frente a la deuda externa de la antigua Unión Soviética. Las relaciones entre los Estados de la CEI aún no están suficientemente establecidas, lo que hace que prácticamente todo el servicio de la deuda externa recaiga sobre Rusia, y ése es un gran peso.

P. ¿Su visita a España tiene que ver con este propósito?

R. Por supuesto que sí. Las relaciones comerciales con España han tenido un impulso importante en este momento; sin embargo, debido a una serie de dificultades organizativas muy comprensibles, relacionadas con el hecho de que se ha desintegrado el Estado unitario, han desaparecido las estructuras con las que trataban nuestros socios españoles. Por ese motivo se ha producido una pausa en ese intercambio mutuamente provechoso. Nuestra tarea principal consiste ahora en eliminar los obstáculos, recuperar los vínculos y darles un impulso adicional.

P. España concedió a la URSS hace año y medio una línea de crédito de 1.500 millones de dólares, que ahora está bloqueada. ¿Puede servir su visita para desbloquearla?

R. Sí, ése es uno de los problemas que abordaremos durante la visita. Desbloquear ese crédito es importantísimo para nosotros en el momento actual, para que nos ayude a resolver los problemas corrientes que afronta a corto plazo nuestra economía. Estoy seguro de que avanzaremos en la solución de este problema.

P. El también viceprimer ministro Alexandr Shojin dijo la semana pasada que, tras la liberalización de los precios, las cifras de inflación de enero, el 300%, y las de descenso de la producción, más del 15%, son peores que las previstas. ¿Coincide con esta valoración?

R. Sí, en términos generales, pero querría hacer algunas precisiones a causa de la interpretación que se le dio en la prensa. El salto inflacionario causado por la descongelación de los precios, ha superado sustancialmente la magnitud que esperábamos inicialmente. Pero, precisamente como resultado de esto, después de ese primer salto brusco los precios han dejado de crecer enseguida, al chocar con la barrera de la demanda solvente de la población. Y una vez transcurrido mes y medio desde la liberalización, los ritmos de la inflación ya coinciden más o menos con nuestras estimaciones previas.

P. ¿Y sobre el descenso de la producción?

R. El descenso de la producción ha sido en enero del 15% en relación con el mismo mes de 1991. Quiero subrayar que ya en diciembre el descenso era bastante notable. Nos preocupa especialmente la caída en la extracción de petróleo, que continúa. La situación de la hulla se ha estabilizado más o menos, mientras que la producción de gas y energía eléctrica se mantiene estable. Existe una situación muy grave en la metalurgia, donde el descenso de la producción es el más notable y tiene que ver con los efectos de la huelga minera del año pasado. En general, consideramos que con esta política estabilizadora tan rígida que nos vemos obligados a practicar el descenso de la producción resulta absolutamente inevitable.

P. ¿Qué causas concretas motivan la caída de la producción?

R. La primera causa, la principal, es el gran descenso de las importaciones. Globalmente, hemos tenido que reducirlas en un 40% aproximadamente, y si descontamos del total las compras de alimentos, resulta que las adquisiciones de recursos productivos y técnicos se han reducido aún más. La dependencia exterior de numerosos sectores es un factor importantísimo en la caída de la producción. El segundo factor relevante es la alteración de los vínculos entre las repúblicas. Nos estamos esforzando en estabilizar estas relaciones, pero no es fácil. La tercera causa de peso es la crisis institucional general. El viejo sistema administrativo ya ha sido completamente destruido, pero el nuevo sólo está en proceso de formación. Y por último cabe citar la acción de los factores limitadores de la demanda.

P. ¿Por qué la liberalización de, los precios se ha producido antes que el impulso decidido a la privatización?

R. Los precios que no son de mercado sólo se pueden mantener si se dispone de un sistema integral para dirigir la economía, que es algo propio de una sociedad totalitaria. Si no se dispone de ese sistema, mantener precios que no sean los de mercado hace sencillamente que no sea posible asegurar el intercambio de mercancías. Cuando las órdenes no se cumplen porque ha desaparecido el miedo, el único método que permite hacer que la economía funcione es apoyarse en el interés y en un sistema en que el mercado actúe como regulador. Por eso no era para nosotros algo que pudiéramos escoger o no: liberalizar los precios era una necesidad ineludible que nos venía dada. Después del golpe de agosto, el sistema tradicional que se usaba para dirigir la economía y la sociedad dejó de funcionar. Creció el caos y la economía fue hundiéndose cada vez más en el abismo del comercio primitivo, del barter.

La privatización es en el mundo entero un largo proceso de transformación institucional que dura años, y tratamos de avanzar por él de la manera más rápida posible. Hasta ahora no he visto ejemplos de que este proceso haya sido realizado de manera más rápida en otros países de Europa oriental. Pero nos damos perfecta cuenta de que para crear un sector privado potente, que abarque la mayor parte de la economía nacional, se necesitarán años. Y la economía de la sociedad totalitaria dejó de funcionar en agosto. Por eso no podíamos esperar a que triunfara una política de privatización.

P. Hay quien considera que liberalizar los precios antes de impulsar la privatización beneficia a las mafias y a ex dirigentes comunistas reconvertidos en hombres de negocios.

R. No se puede decir que no haya habido privatización. Desde hace por lo menos dos años se ha venido desarrollando un pro ceso rápido de privatización que ha beneficiado precisamente a la nomenklatura. Y lo que nosotros tratamos de hacer ahora es establecer un marco jurídico adecuado para encauzar ese proceso. Nuestras normas excluyen en primer lugar las decisiones personales, que son las que brindan al burócrata una posibilidad enorme de apropiarse de los ingresos relacionados con la privatización. Al contrario, hacemos hincapié en las subastas, en el fraccionamiento del capital de las empresas en acciones y en la formación de un mercado secundario de títulos. La gran oleada de presiones que tenemos que soportar lo que plantea en el fondo es que debemos privatizar más rápidamente y entregarlo todo sin esperar; lo que significa en la práctica entregarlo todo a la mafia y a la burocracia del partido.

P. Su Gobierno aboga ya por aplicar correcciones a la reforma economica, ¿grandes o pequeñas?

R. Creo que nuestro programa de reformas no necesita por ahora correcciones sustanciales. Más bien se podría hablar de precisar cuestiones de política corriente y de una cierta redistribución de los recursos financieros. Afortunadamente, hasta ahora hemos podido evitar el derrumbe del sistema fiscal, y el aumento brusco de los ingresos nominales de la población ha sido orientado a compensar la subida anterior de precios.

P. ¿Cuándo empezará la población a notar un cierto alivio?

R. Lamentablemente, todo periodo de transición de una economía totalitaria a una economía de mercado es doloroso, y en Rusia durará años, no meses o semanas. Por eso, la satisfacción total de las necesidades no se vislumbra en un futuro próximo. Poco a poco irá cambiando la intensidad con que se presentan los distintos problemas. Eso ya empieza a apreciarse: de un déficit agudo y una escasez física de mercancías se pasa a una situación de precios altos; de los precios altos, a las dificultades para comercializar los artículos y a la agudización del problema de los bajos ingresos; de los sueldos bajos, al desempleo. La transformación estructural de la economía no puede dejar de ser dolorosa, por eso es importante que los problemas vayan resolviéndose de forma consecutiva.

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