El 'Sueño de amor' de Natalia y Artur
El patinaje artístico, mezcla de arte y deporte, trampolín profesional
ENVIADO ESPECIALEl patinaje artístico ha ido adquiriendo en los últimos Juegos Olímpicos un protagonismo cada vez mayor. Estrellas como la alemana oriental Kattarina Witt, comentarista ahora de la CBS, norteamericana, acabaron por convencer incluso al mundo del esquí, muy reticente a peyder su supremacía, de que no todo se puede quedar en los Alberto Tomba de turno. Natalia Mishkutienok y Artur Dmitriev lo demostraron también en la primera final de parejas disputada en el Palacio de Hielo de Albertville. A los acordes del Sueño de amor, de Franz Liszt, maravillaron por su técnica y su estética. Para ellos no ha podido ser mejor pasaporte en el camino profesional que van a emprender, como todas las figuras, al término de los Juegos.
Natalia, de 21 años, mide 1,60 metros y pesa 53 kilos. Según dictan las normas ideales del patinaje por parejas, es una frágil carga para Artur, de 24, 1,83 y 83. Pero ambos no sólo realizaron una gran exhibición técnica, apenas con un leve fallo en la recepción de Natalia tras un triple salto, sino también un prodigio artístico de auténtico ballet. Los jueces les dieron, sobre el máximo de seis puntos, siete 5,9 y dos 5,8 en la nota artística, superior incluso a la técnica. El final del ejercicio, a los cuatro minutos y medio de encanto sobre el hielo, fue toda una belleza. Artur dejó a Natalia sobre la pista, la recogió sin romper el ritmo, algo asombroso, y los dos se juntaron en sendos giros con unos cruces de piernas plenos de estética antes de volver a caer deslizándose con los últimos acordes del Sueño de amor, de Liszt. Campeones mundiales y dobles campeones europeos, sólo les faltaba el título olímpico.El patinaje por parejas, que fue casi el único importante hasta la aparición de la danza -también por parejas y sólo olímpica desde 1976-, perdió atracción porque su dificultad no era acompañada por su estética. A diferencia de la danza, en la que los patinadores apenas se separan y pueden efectuar un auténtico baile sobre el hielo, en el patinaje por parejas son obligatorios saltos por separado o lanzamientos de la patinadora por el patinador. La dificultad es muy grande y hasta ahora apenas quedaban posibilidades de impresionar artísticamente. Todo se reducía a no fallar en los saltos. Pero Mishkutienok y Dmitriev, de San Petersburgo, lo han superado.
Históricamente, por ejemplo, la soviética Irina Rodnina, una de las grandes patinadoras, ganó tres títulos olímpicos con dos parejas distintas -uno, con Alexei Ulanov, y dos, con Alexander Zaitsev- y fue fundamentalmente un prodigio. técnico. Antes de ella las estrellas fueron Ludmila Belusova y Oleg Protopopov. Después, otras parejas, siempre soviéticas, como Valova-Vasiliev, campeones en Sarajevo 84 o Gordeieva-Grinkov, en Calgary 88. Belusova y Protopopov incluso se pasaron a Occidente para poder seguir como profesionales. Ahora ya es más que rutina una necesidad.
La danza
Cuando en los años 80 la danza empezó a perfeccionarse, el concurso por parejas perdí interés. La danza alcanzó su máxima expresión con la pareja británica de Janet Torvill y Christopher Dean y el patinaje artístico concitó un interés que sólo con la noruega Sonja Henie había tenido. La coreografia, en la que Dean, un ex policía de Newcasfle, es un maestro, entró de forma tan espectacular en esta modalidad que creaciones como El bolero de Ravel marcaron un hito.
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