Gardini, a toda vela
El ex presidente de Montedison prepara la Copa del América y rehace su imperio en Francia
Raúl Gardini no sólo es conocido como uno de los empresarios más polémicos de Italia y Francia, sino como un campeón de la vela. En su palmarés figuran la Copa del Rey de España de 1987 y el Campeonato del Mundo de la clase maxi de 1988, un trofeo que volvió a conquistar en 1990, cuando se refugió en su barco, El Moro de Venecia, huyendo de la crisis personal y empresarial que le enfrentaba a su familia política. La cosa terminó mal. Fue expulsado del imperio que había levantado en torno a Montedison, la gran empresa química italiana, pero no se marchó con las manos vacías. Los Ferruzzi, uno de los pocos grandes nombres de la economía privada italiana, hubieron de desembolsar más de 5.000 millones de pesetas para liquidar la participación. en el grupo de la mujer de Gardini, Idina Ferruzzi. Y Raúl está invirtiendo ahora ese dinero en Francia, donde se ha asociado con el banquero JeanMarc Verne, bien situado en los círculos del poder socialista.Pero, al mismo tiempo, sigue navegando a toda vela y a costa de su antigua empresa. La Copa del América no es sólo el trofeo más importante para embarcaciones de gran eslora, sino un lujo tecnológico de fibras de carbono y alta electrónica en el que Gardini lleva invertidos más de 10.000 millones de pesetas. Son cinco los barcos que ha utilizado para preparar la prueba; tres de ellos, construidos en unos astilleros venecianos diseñados para esta tarea. Ninguno de los otros 10 participantes en la Copa del América de 1993, provenientes de ocho países, entre ellos España, ha podido siquiera soñar con medios de tal envergadura. Pues bien, en virtud de un contrato que expira con el año próximo, Montedison corre con todos los gastos de El Moro de Venecia. Y Gardini disfruta de la imagen hasta ahora en exclusiva.
Le gusta hacerlo a lo grande. El pasado jueves fletó un avión para llevar a un centenar de periodistas a unos almacenes de sal del siglo XIV cercanos a la plaza de San Marcos, en Venecia, don de El Moro tiene su base logística. La factura corrió a cargo de la empresa Louis Vouitton, que organiza las eliminatorias de la Copa del América.
Delgado, embutido en un blazer azul perfecto y fumando Murattis en cadena" Gardini habló de las excelencias de su barco y de los progresos que ha hecho en estos meses para entrar con fuerza en el mercado mundial del azúcar. Ha comprado la Sucren en Francia y ha llegado a un acuerdo con otro gigante del sector, la empresa inglesa Tate & Lyle, que cuando trabajaba con los Ferruzzi fue su gran enemiga, para dar batalla a su ex familia política.
"Soy un italiano de Rávena", dijo Raúl con desenfado, "y estoy convencido de que vivo en el país más eficaz del mundo. Por ejemplo, en ningún sitio se hace el filet mignon como en Rávena. Es una zona altamente definida para competir".
Cuando era presidente de Montedison hizo negocios con Mario Conde, sobre todo la compra de Antibióticos. ¿Tiene ahora algún proyecto para España? "No, no, sé de nada que pueda interesarme. Pero si usted oye algo, me avisa".
Si El Moro ganara la Copa del América, ¿pondría su barco bajo bandera europea? "Europa ha sido mi gran batalla de los ochenta, pero ahora todo cambia muy rápido. No sé, tal vez participaría con la bandera del mundo en la próxima regata".
En Milán le llamaron "el campesino" para hacerle ver que era un advenedi¡o en el mundo de la gran empresa. Luego pasó a ser "el corsario" por su agresividad en los negocios y sus proezas con la vela. Lo cierto es que Raúl Gardini. no pierde ocasión de demostrar que quiere pelea.
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