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El Estudiantes sigue ejerciendo de profesor

JUANMA ITURRIAGA Mayo de 1991. Un Barcelona en estado de emergencia elimina al Estudiantes por tres victorias a una en la liguilla de semifinales de la liga. El equipo madrileño dejó pasar una inmejorable oportunidad para alcanzar la final.Seis meses después, el Estudiantes lidera con holgura la clasificación de la Liga de esta temporada. Ha vencido en los 13 partidos disputados hasta ahora e iguala la marca del Joventut al derrotar ayer a un Barcelona en un estado de precariedad parecido al que demostró en aquella ocasión.

Muchas cosas han cambiado en este medio año, suficientes para variar de forma sustancial los papeles de estos dos equipos. El Estudiantes tiene los mismos hombres de entonces, pero ha aprendido a no dejar pasar la mínima oportunidad, mientras que al Barcelona le resulta imposible soportar sus circunstancias como lo hizo al final de la temporada pasada.

Aunque sigan faltando casi los mismos jugadores -Norris, Jimenez-, no hay diferencia significativa entre la pareja integrada por Trumbo-Piculín y la formada por Coleman-Savic. Aunque los juveniles mantengan su importante presencia, casi nada es como hace poco tiempo. Y es que las situaciones críticas, sobre todo cuando son provocadas por una escasez de efectivos, pueden ser superadas siempre que sean pasajeras. Cuando se convierten en habituales, los mecanismos de emergencia acaban ágotándose por sí mismos.

A pesar de ello, el Barcelona jugó de forma correcta e intentó plantear el partido en dos fases. Una primera de 35 minutos, en la que el objetivo consistió en aguantar como fuese las embestidas del equipo estudiantil, para en los cinco minutos restantes sacar provecho de su teórica mayor experiencia. No habiendo material para buscar la victoria holgada, este es el único camino de supervivencia que le queda. Así lo hizo la temporada pasada y le salió bien. Pero lo bueno de ayer no siempre lo sigue siendo hoy. Y quedó demostrado.

Porque cuando se alcanzó la supuesta segunda fase, el partido estuvo casi decidido (76-66), o por lo menos lo suficientemente inclinado hacia el lado madrileño como para evitar que el saber estar azulgrana, otrora decisivo, pudiese surtir efecto.

Esta diferencia fue construida sobre dos pilares y un apoyo. Los muros de carga se llamaron Herreros y Orenga. El alero vive su madurez como jugador, y supo superar el ser punto de mira preferencial en la defensa barcelonista. Aguantó con entereza la presión al que les sometió Galilea y Solozábal y aún así consiguió 26 puntos. El pivot defendió con eficacia a Coleman, fue el máximo reboteador del encuentro, anotó con constancia y hasta se lució llevando por el centro algún que otro contraataque.

El apoyo lo constituyó el de siempre, el profesor John Pinone estuvo impecable en su permanente lucha con el yugoslavo Savic y mostró por enésima vez su enorme capacidad de mando en los momentos delicados. Basado en semejante trípode, el Estudiantes no necesitó que Winslow fuese más allá de unos cuantos destellos aéreos, ni tampoco hicieron falta los triples milagrosos de Azofra.

Una victoria más y ya van 13. Estudiantes terminó en mayo su etapa de alumno, y ahora ejerce de profesor aventajado. Y lo hace habiendo aprendido lo mejor de cada casa. Corre y juega fácil como el Joventut, domina sicológicamente como el Barcelona o el Real Madrid de sus mejores épocas y ya sabe lo que es concretar sus opciones en los instantes decisivos, al estilo de los grandes equipos. Deja pocos resquicios por donde entrarle por lo que no es de extrañar su feliz andadura.

El Estudiantes ha dejado de estudiar.

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