El futuro de Sáez en el Athletic depende del 'derby' vasco
El Athletic de Bilbao y la Real Sociedad han intercambiado los papeles ante el derby del próximo sábado. Si la pasada temporada la victoria rojiblanca supuso el principio del fin para Marco Antonio Boronat, destituido unas semanas después, la derrota conduciría ahora al adiós de Iñaki Sáez al banquillo bilbaíno. Sólo un resultado positivo o uno negativo pero honroso, podría salvar a Sáez de su primera frustración como técnico.No obstanté, ni el presidente, José Julián Lertxundi, ni el entrenador encuentran más argumentos ni soluciones para la crisis que confiar en la inercia futbolística que devuelva al Athletic al lugar que, presupuestaria e históricamente, le corresponde. Sáez asegura haberlo intentado todo, aunque en tal saco se confundan arriesgadadas decisiones quirúrgicas con notables errores técnicos. El dirigente repite que su labor concluyó en la pretemporada y considera que se realizó con éxito en cuanto a la contrátación de los jugadores para diseñar una plantilla que fuera competitiva.
La dertota ante el Español desempolvó los pañuelos en San Mamés y entre los aficionados se ha instalado ya el fantasma del descenso como algo posible de no mediar una terapia de choque. El tradicional fuste bilbaíno ha obviado hasta ahora esa palabra fatídica ante la manifiesta lejanía del desenlace del campeonato. Sin embargo, el delantero Ernesto Valverde, con peso específico en el banquillo, asegura que el equipo está llegando "a un límite en el que se juega la pérdida directa de la categoría".
La actitud realista del vestuario contrasta con el nerviosismo de otros estamentos, los directivos y el entrenador, que acusan directa o indirectamente a los medios de comunicación de crispar el ambiente o, de bromear con la negligente actuación de los jugadores. Ni Lertxundi ni Saez saben qué pasa en el Athletic, pero sí que la Prensa es responsable de lo que sea.
La confusión que reina en el club no admite originalidades. El palacio de Ibaigane, su sede social, es una freiduría de rumores y Lezama, la ciudad deportiva, un valle de lágrimas.
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