El Real Madrid, efectivo en Riazor
Deberá esperar la guillotina que, dicen, Mendoza engrasa para Antic cada vez que el Madrid se viste de corto. Deberá aguardar, a no ser que el presidente blanco considere que el engañoso, pero válido, 0-3 logrado ayer por sus chicos en Riazor no sirve para maquillar el escaso nivel por ellos ofrecido. Será éste tema de discusión para la semana en los corrillos del Bernabéu porque otros aspectos, los numéricos por ejemplo, no admiten debate: el Madrid, juegue o no juegue bien, es líder en solitario, con 15 puntos y siete positivos, y su técnico lleva 203 días invicto o, lo que es lo mismo, 20 partidos oficiales. Si hay despido, la indemnización tendrá que ser jugosa, pues el Madrid, pese a Antic o gracias a él, parece haber puesto ya el piloto automático en esta Liga.Arrancó el Deportivo de forma rebosante, portentosa. Tres minutos, tres ocasiones. Ahora bien, las tres despilfarradas: dos por Claudio y una por Uralde. Tres oportunidades en los tres primeros minutos. Casi nada. Ni el Milan. Pero, claro, no era el Milan. Lo dicho: demasiado despilfarro, lujo que ningún modesto puede permitirse. Y el Deportivo es, de momento, un modesto. Por eso perdió, por no comerse al rival cuando lo tuvo en el plato. El Madrid, sin embargo, sí puede vivir de las rentas. Puede sufrir, verse desbordado, agobiado e incapaz, pero, como tiene la cartilla repleta de recursos, necesita poco para saciarse: apenas un metro de terreno, como el que se le regaló a Hierro en el gol que rompió el encuentro.
No ofreció la primera parte un dominador claro del balón, lo que decantó el diálogo del lado del que más corrió: del Deportivo. De esta cuestión los equipos modestos sí saben bastante. De tanto esfuerzo obtuvo el conjunto coruñés una medida presión en el centro del campo que le permitió anular al Madrid. Durante esos 45 minutos vio el equipo de Antic todo su juego atrancado, sin opciones por las bandas -salvo algún centro de Michel- y con la agilidad de Buyo como única justificación de la provisional igualdad en el marcador.
Hombres importantes como Hierro y Michel vivieron acogotados la mayor parte del en cuentro por la actitud airada de la grada, que reclamó pertinazmente la horca para ambos. Sin ellos, con Butragueño y Luis Enrique muy marcados y Hagi perdido en un extraño monólogo con el balón, el Madrid sólo ofreció en esa primera mitad la claridad de Milla. No bastó.
En la segunda, el Deportivo aún dispuso de un par de ocasiones más para probar la comentada teoría del despilfarro Lasarte, en el minuto 68, perdonó a Buyo y Claudio, antes, envió el cuero a la madera.
Gordillo ya estaba en el terreno. Con él en liza, el Madrid recuperó la banda izquierda y obligó al rival a recular. De otro suplente, Llorente, llegó el segundo gol, obra de Michel. Lo que son las cosas: los dos excomulgados por la parroquia coruñesa, Hierro y Michel, manejaron el hacha. Más paradojas: la mejor jugada del Madrid, la del tercer gol, de Butragueño, no llegó hasta el último minuto. Tres ocasiones, tres goles. Nada de despilfarros. Eso lo hacen el Milan y el Madrid, que son grandes.
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