Villar frenó en el último momento su decisión de destituir a Baró como vicepresidente federativo
La guerra entre la Federación Española y la Liga Profesional se recrudece. Los enfrentamientos entre los máximos organismos del fútbol son continuos y están alcanzando una especial gravedad. A principios de mes, Ángel Villar, el presidente de la Federación, frenó a última hora su decisión de destituir a su vicepresidente Antonio Baró, el presidente de la Liga. Un portavoz federativo no descarta que Villar tome una medida drástica tras el último capítulo: la retirada a la Federación de una ayuda de 100 millones por parte de la Liga.
Villar frenó su decisión poco antes de comparecer en una conferencia de Prensa el pasado día 3. Tenía pensado anunciar en ella la destitución de Baró, pero finalmente sólo habló de la selección. Sus colaboradores más próximos e incluso Javier Gómez-Navarro, el secretarlo de Estado para el Deporte, le recomendaron que no destituyese a Baró para evitar que se recrudecise la guerra ya abierta entre ambos organismos, con el riesgo de que la Liga llegara a independizarse. Villar, pese a indignarse al conocer que la Liga había decidido retirarle el control de los 100 millones que aporta como ayuda al fútbol modesto. reconsideró en el últime instante su determinación. Las tensas relaciones entre la Federación y la Liga se han acentuado aún más en las últimas semanas. En el trasfondo de esta guerra se encuentran además las elecciones a la presidencia de la Federación, previstas para dentro de un año. El Consejo Superior de Deportes (CSD) ha intentado mediar en la contienda al recomendar a Baró que no se presente a ellas y evitar de esa forma una rivalidad más si Villar optara a la reelección. La tesis del CSD es que Baró es imprescindible en la Liga para consumar asuntos tan importantes para el fútbol como el plan de saneamiento de los clubes y su conversión en sociedades anónimas.
Según fuentes federativas, Baró ha dado muchos motivos para su destitución como vicepresidente de Villar. Baró comenzó a ausentarse de las reuniones de la junta directiva tras comenzar, la pasada primavera, las discreparicias en la lucha por las competencias y el control del fútbol. Algunos, compañeros le reprocharon esa actitud al coincidir con el debate de temas tan importantes para la Liga como el del cuarto extranjero v el pretendido aumento a 24 de los 20 equipos de la Segunda A. Sin embargo, Baró llegó a pedir al CSD la apertura de un expediente contra Villar por no hacerle caso.
Una 'bomba'
Pero el punto culminante fue la anulación de la gestión de la ayuda a los clubes modestos. "Villar pensó entonces cortar este asunto por lo sano y destituir a Baró", confirmó un federativo, quien añadió: "Pero el presidente hizo una valoracíón del momento y prefirió intentar un últirno esfuerzo por reconducir las relaciones. Villar está dispuesto a todo para restablecer las buenas relaciones". El recrudecimiento de las hostilidades se desató el 30 de septiembre, Con esa fecha, Villar recibió una carta que resultó ser una bomba para la Federación, como se desprendió de su réplica. Baró le anunció que la Liga retiraba a la Federación la ayuda económica que venía prestando desde hace unos seis años y que superaba los 100 millones de pesetas anuales con destino a los clubes de Segunda División B y al fútbol de base, el aficionado. "La medida tiene un tufillo electoralista inadmisible. El fútbol no se venderá por un plato de lentejas", respondió por escrito Villar a Baró el pasado día 10.
Villar explotó con una durísima y larga carta a Baró acusándole de una ruptura unilateral de los pactos firmados. Catalogó la retirada de la ayuda económica como "cicatera, insolidaria y con un poso electoralista en el fondo de la bandeja ( ... ). La Liga es el dinero; pedid, especificad y ya. veremos cuánto os toca y cómo os lo damos. Y en esa orquesta la Federación no tiene instrumento que tocar (...)".
Por otro lado, la Federación rechazó las razones de la Liga para suprimir su ayuda económica: el retraso en las justificaciones del gasto y las quejas de algunos clubes por discriminación en el reparto del dinero. Un portavoz de la misma matizó que es fijado por la. comisión de clubes de Segunda B, cuyos representantes lo refrendan firmando los acuerdos.
El conflicto parece lejos de solucionarse, pero es difícil adivinar cuáles van a ser los asuntos a los que afecte esta batalla entre organismos y si las diferencias pueden extenderse en lo que supondría un cisma entre el fútbol profesional y el modesto.
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