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El arma del policía de Pan Bendito no tiene las huellas del ladrón que se la "quitó"

Elsa Fernández-Santos

El arma que el delincuente Juan Andrés González Torres arrebató supuestamente a un policía municipal poco antes de que un compañero del agente le disparara -ladrón murió poco después- no tiene sus huellas dactilares, según el informe del laboratorio de la policía científica. El análisis del forense, facilitado ayer por el ahogado de la familia, dice que la bala entró por la cara posterior del brazo izquierdo, que fue de abajo arriba y de izquierda a derecha, y que rompió la clavícula y la tráquea del delincuente de Pan Bendito.

Para Emilio Rodríguez Menéndez, abogado de la familia dé Juan Andrés González Torres, la autopsia apoya sus tesis. Pero según el abogado de los policías, Ángel López Montero, también.Rodríguez Menéndez explicó ayer: "Lo que dice la autopsia coincide con los testimonios de los vecinos: el policía estaba tendido en el suelo cuando disparó, y el delincuente estaba levantándose con la mano izquierda sujeta atrás. Además, la falta de huellas en el arma demuestra que nunca la empuñó y que no amenazó con ella a los policías".

Mientras, López Montero, abogado de los agentes, declaró a Europa Press que la autopsia confirma plenamemte lo dicho por sus defendidos y que el disparo se produjo tras un forcejeo.

Según la autopsia de los médicos forenses Manuel García Nart y Carmen Baladín Olmedo, el tiro fue de abajo arriba, luego el policía disparó tendido en el suelo. Fue un tiro a corta o a larga distancia (menos de un metro o entre uno y uno y medio, respectivamente), pero no a quemarropa o a bocajarro. La distancia no se ha concretado porque, según la autopsia, no se pudo disponer del jersei que el delincuente llevaba puesto y que desapareció en el hospital donde ingresó cadáver, y que habría determinado la distancia a la que fue efectuado el disparo. El estudio más minucioso de la piel, a cargo del Instituto Nacional de Toxicología, determinará definitivamente la distancia del disparo.

Juan Andrés González Torres, de 33 años, casado y con cuatro hijos, murió el pasado 23 de agosto en un portal de la calle de Besolla, en la barriada de Pan Bendito (Carabanchel). El policía municipal José Manuel Villarejo disparó contra González Torres durante un forcejeo que el delincuente mantuvo con él y otros municipales en dicho portal. Según informó en su día la policía, el delincuente arrebató el arma a uno de los agentes y esto provocó el disparo del compañero que le mató. Fuentes de la Policía Municipal señalaron ayer que la falta de huellas en el revólver es un dato sin importancia, ya que pueden haberse borrado accidentalmente y con facilidad, e incluso no grabarse si el arma no se empuña con firmeza.

Rodríguez Menéndez dijo ayer que se conformaría con una pena de 12 o 14 años para los policías porque sería "ejemplar y más que suficiente", y añadió que los municipales carecen de la preparación suficiente para llevar armas de fuego, al contrario que la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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