Las dos junglas de Babar
Canal + emite los dibujos animados del rey de los elefantes a partir del 15 de septiembre
Babar, el rey de los elefantes, llega a la España televisiva después de una larga y triunfal gira Internacional, salpicada de querellas comerciales. Canal + emitirá los domingos, a partir del 15 de septiembre, los 65 episodios con las aventuras del tierno elefante en dibujos animados. Babar ha saltado de los libros para inundar no solo las pantallas. El mercado se prepara para lo que puede llegar a llamarse la Babarmanía: camisetas, muñecos, relojes, cepillos de dientes, pegatinas...
Creado en 1931 por Jean de Brunhoff, Babar vivió sus primeros años dentro de la editorial francesa Hachette. El personaje tuvo un éxito considerable y sorprendió en un contexto -el de los libros de dibujos destinados a los niños- dominado por una cierta cursi Babar, en 1937, asiste a una guardería que se diría creada por Freinet, a base de "pedagogía activa" y ya antes, en 1931, cuando acude a clase de la profesora viejecita, nos encontramos con una enseñanza poco memorística y que privilegia la creatividad de los niños.Entre el Babar de los primeros álbumes y el de la serie de dibujos animados hay algunas diferencias: el elefante se ha quedado sin pipa -imposiciones del antitabaquismo- y hace menos reflexiones poéticas. Eso último ya lo quiso Laurent de Brunhoff, hijo y continuador de Jean, tras su muerte en 1937 a los 38 años. Laurent, que vendió en 1963 los derechos de los nuevos álbumes a los norteamericanos de Random House, opta por aumentar el realismo de los dibújos y de los personajes. Desaparecen los sueños -a Celeste ya no la atacan los caníbales, a madre de Babar tiene una muerte disneyana, a "lo Bambi", etc.- y también un cierto juego con lo ridículo -Babar deja de probarse pelucas Luis XIV para sentirse mejor en su papel de rey-. El Babar de los sesenta es una premonición del que explota la serie televisiva: un símbolo de los valores del momento, del retorno a la familia, a la moral y al hogar.
Negocios paralelos
Como es lógico, la serie, que ha triunfado en los Estados Unidos, en Canadá, en Inglaterra, en Escandinavia, en Alemania y, por supuesto, en Francia, comporta multitud de negocios paralelos. La productora que realizó los 65 capítulos es canadiense asociada con el Canal Plus francés. Los principales animadores de las películas son los hermanos Brizzi, hoy al frente de Walt Disney France Productions, que les contrató para evitar que Babar aún se poderase de un pedazo más grande del mercado. En Corea fabrican elefantes de peluche, de 21 y 55 centímetros de altura, en Francia decoran los tazones con el paquidermo coronado, en los relojes aparece el rostro de Babar entre las agujas, los suecos lo han incorporado a los cepillos de dientes, todo el mundo parece preso de la Babarmanía.Para nuestro elefante, creci do en el respeto a la responsabi lidad individual, nada hay peor que la pereza, el miedo, el desá nimo o las excesivas comodida des, pues él cree en el trabajo, la inteligencia, la perseverancia y la paciencia. Esos defectos y virtudes eran, explícitamente tratados en las aventuras de Babar de Jean de Brurihoff pero su hijo Laurent ha censurado las menciones explícitas del idearlo. La vertiente familiar es la privilegiada en la serie que se vende como el antídoto contra los violentos dibujos que llegan del Japón, siempre basados en la competitividad.
Un país ideal
Los capítulos tienen 25 minutos. Babar deja de ser niño a partir del capítulo 26 pero entonces comparte protagonismo con sus hijos. Es un padre cómplice, sabio y divertido. Dirige un país ideal, una sociedad liberal de elefantes. A los alemanes les ha encantado su vertiente ecologista mientras los escandinavos subrayan que sea antiviolento. En Estados Unidos y Canadá se valora el lado cool del personaje y los ingleses se entusiasman con la estilización del dibujo y el realismo de las historietas. Y mientras Babar conquista a todos, en EE UU la Clifford Ross Company y la canadiense Nelvana pleitean porque la segunda "degrada la imagen de Babar" mientras la primera es acusada de "querer un Babar sólo para niños ricos y cultos" y, eso es lo grave, "de hacer perder con sus exigencia de categoría artística mas de cinco millones de dólares a Nelvana". En Francia, Hachette denuncia a Larousse, que se inventa unas enciclopedias Babar sin tener en cuenta los derechos de exclusividad que poseen sus rivales. Todos se disputan por Babar mientras el elefante recuerda con nostalgia "el grito del ibis en la desmbocadura del Nilo, el chapoteo de los peces al saltar en el río y a los antílopes, con sus elegantes zuecos, cruzando la sabana". Definitivamente, Babar prefería la jungla auténtica a la de los negocios.
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