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TOUR 1991 DE FRANCIA

Indurain gana su primera gran contrarreloj

Luis Gómez

El español Miguel Induráin ganó su primera etapa como contrarrelojista en un Tour. Hace un año ganó en plena montaña. Son dos éxitos que hacen sólido a un aspirante. Sin embargo, el Tour parece más cercano al norte americano Greg LeMond que a cualquier otro de los favoritos: el hundimiento final de Breukink y la tierra que ha puesto por medio con Bugno y Delgado -a 4.30 el español le colocan en una posición más que envidiable. Entre otras cosas porque existen serias dudas de que Induráin pueda ser su enemigo en la montaña o de que la montaña sea suficiente para permitir el sueño de Delgado.

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La jornada hubiera sido excepcional para el equipo Banesto de no mediar LeMond. Echávarri colocó a sus tres mejores corredores en las ocho primeras posiciones de la etapa, entre las cuales se intercalaba otro español, Melchor Mauri, que hizo una prueba convincente. Y la victoria parcial fue para uno de ellos, Induráin. La cuestión es que Echávarri quiere ganar el Tour, y ahí es donde la lectura de lo sucedido ayer tiene otro sesgo: LeMond, que es el rival más duro por su carácter y determinación, dispone de ventajas que pueden ser muy bien administradas. El americano ha ganado 2.17 minutos a Induráin en el terreno donde el español debería haber sacado mayor beneficio (el primer tercio del Tour era más favorable a Induráin que a Delgado) y 4,30 sobre Delgado ante una previsión montañosa no demasiado abundante. LeMond puede controlar a uno y a otro; con menos ha obrado milagros.El lado oscuro de la jornada presenta un tercer aspecto, nada desdeñable, como es que el corredor francés mejor situado en la general sea ahora mismo Jean Frangois Bernard, dado el previsible hundimiento del anterior líder, Thierry Marle, y el esperado de Laurent Fignon. La prensa francesa, sin dudarlo, querrá elevar a Bernard a los altares del podio tras seis años de sequía (Hinault fue el último francés en ganar el Tour, en 1985). Aún tuvo Echávarri algo de fortuna porque Induráin está por encima de Bernard y puede imponer el orden jerárquico establecido al comienzo de la carrera. De lo contrario, la presión ambiental subiría hasta el listón del chauvinismo mal entendido.

Ridículo de Chiappucci

La jornada sí fue luctuosa para la expedición italiana. Gianni Bugno hizo un tiempo discreto para tratarse de un especialista en la materia, y Chiapucci llevó sus bravatas al ridículo cuando se encontró en solitario ante 73 kilómetros. El ofensivo Chiapucci tendrá que hablar mucho de ahora en adelante para recuperarle 6.18 minutos a LeMond. El Tour no perdona en este aspecto, experiencia que han sufrido en sus carnes desde Fignon (ahora a 5.12) al español Marino Lejarreta (ahora a 9.34).

Lo más positivo para el Banesto fue la victoria de Induráin, largamente perseguida porque su prestigio como aspirante y sus condiciones naturales le obligaban a buscar un triunfo de este cariz en el Tour. Induráin preparó esta etapa con un cuidado especial. Visitó el terreno en abril, incluso lo recorrió en bicicleta; lo estudió en automóvil detenidamente la tarde anterior (el viernes) y le echó un último vistazo al tramo final (el último tercio) la misma mañana de autos. Induráin había sido segundo en varias etapas contrarreloj en los últimos meses y su capacidad para labrarse un prestigio dependía de una victoria contra el crono.

Apuntarse un triunfo de este estilo significaba también un golpe publicitario. A estas alturas, Induráin ha ganado ya dos etapas, una en lo alto de una montaña (Luz Ardiden, 1990) y otra en una larga contrarreloj (Alençon, 1991). Tiene, por tanto, los mismos derechos que Breukink para ser considerado un aspirante y obliga a los notables a tenerle en cuenta en los movimientos que registre la carrera en próximas etapas. Induráin vive también una situación novedosa para él: tiene el podio a un paso.

Semejante coyuntura hace medianamente feliz a Echávarri, deseoso de jugar este Tour con dos piezas. Su problema, sin embargo, es considerable. LeMond es el líder y se ha cobrado unas ventajas interesantes ante todos, Breukink incluido, que parecen suficientes dando por sentado que ha demostrado ser un verdadero maestro en el arte de la administración de segundos. El Tour tiene, ahora mismo, un solo favorito. Y Echávarri la obligación de fustrar un pronóstico tan evidente.

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