A sus pies
Sin novedad, señora baronesa, sin novedad, sin novedad. Como usted muy bien ha dicho, sería intolerable mente desestabilizador que Eslovenia y Croacia accedieran a la independencia porque introducirían un ejemplo disgregador que puede des estabilizar todos los Estados europeos. Señora baronesa, su clarividencia ante estos acontecimientos nos obliga, una vez más, a dar un paso al frente y alinearnos a su lado, como proa de Occidente; qué décimos, pobres trasnochados: proa del mundo en estos momentos en que ya no es posible hablar de Oriente y Occidente. No pasarán, señora baronesa, los agentes de la disgregación, desvertebradores de un sano estatalismo que ha sido la piedra soporte y a la vez filosofal, nunca mejor dicho, de la entidad universal. Entre las dudas, vacilaciones, penumbras del espíritu que nos asaltan, nos basta mirar hacia la ventana de su casa, don de la lucecita de señal de su constan te afán se ha convertido en definitivo faro de la conducta universal: una verdad, un mercado, un ejército. Pero qué sería de tamaña trinidad posmoderna, señora baronesa, sin la animación que le presta su verbo, su perpetuo recordatorio de que su clarividencia, los kilovatios de su Inteligencia y constancia le son inspirados por Dios, el Dios verdadero, el que venció en Lepanto y Kuwait, marcando la diferencia entre la verdad y su imitación? No, por favor, no nos agradezca nuestra lúcida claudica ción. ¿Qué? ¿Cómo dice? (,Que no? ¿Que es preferible que Eslovenia y Croacia se separen? ... Bien... ¡ejem!... ¡Fascinante! Sólo un cerebro preclaro como el suyo podía acertar tan plenamente con un cambio de actitud que nos maravilla a los que estamos obligados a aceptar la pequeñez de nuestra perspectiva. Y si vuelve a cambiar de actitud, se ñora baronesa, no tiene más que llamarnos. Gabinete de Urgencia. Madrid. España. Eurasia.
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