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Hugo, el nombre maldito

Osamu Matoji se fue anoche a la cama sin haber entendido nada de lo que vio en el Camp Nou. Matoji acaba de llegar de Japón. Es el redactor deportivo del imponente diario japonés Asahi Shimbun, que ha abierto recientemente una delegación en Barcelona con vistas a 1992.Matoji, experto en béisbol, donde jamás ganan los malos, se instaló en el palco del Camp Nou -Ricard Maxenchs sabe muy bien lo que son 12 millones de ejemplares diarios- teniendo frente a él varias pancartas que pedían independencia para Cataluña y ocho o nueve que reprochaban, insultaban, despreciaban, rechazaban a un tal Hugo.

¿Hugo? ¿quién es Hugo? Pero, ¿no habían ganado la Liga? Alguien le explicó a Matoji que Hugo Sánchez no es otro que el Pichichi por excelencia, otro Profeta del gol, el hombre que el Barça, pretendió eclipsar con el búlgaro Hristov Stoichkov. "¡Ojalá sea nuestra Hugo!", llegó a comentar Johan Cruyff a su llegada.

¿Stoichkov?, se preguntó Matoji. ¿Quién es Stolchkov? ¿ese chico que no para de gesticular? ¿que no cede jamás el balón al compañero mejor colocado? ¿ese muchachote que chupa todo lo que puede y más? ¿ese ocho que expulsaron a última hora como tantas otras veces? ¿ese chico que se pelea en plan sumo con Tomás?

A la salida, alguien le explicó a Matoji que Cruyff, el entrenador del Barça, quiere a Hugo para sentar a Stoichkov. Pero Josep Lluís Núñez, su presidente, no quiere traerlo porque un día se tocó las partes ante el público azulgrana. Y la gent blaugrana ha pintado unas sábanas para darle la razón a su presidente.

Y fue ahí donde Matoji se perdió. Claro que si Matoji ve jugar a Hugo, seguro que se pone del lado de Cruyff`.

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