El Madrid se llevó un duelo muy birrioso
Se acabó la interinidad. La era Antic comenzó con una victoria y poco. En la memoria de Mendoza quedará el primer factor, aspecto muy importante en un presidente que tiene las ideas asfaltadas en dos direcciones. Cualquier factor desestabilizante pone a prueba su difuso criterio. Pero tiene suerte Antic: ya no quedan más partidos para jugar a la ruleta rusa Fuera del gol de Aldana y de algunos lances de Butragueño, el partido fue muy pobre. El Barcelona olvidará todo de este encuentro: el resultado, el juego y la desgana general. El Barca se escondió en un fútbol retórico, con la pelota en plan recadista. Ten, dámela, devuelve, toma tira atrás, no corras, que te cansas. ¡Uf!El partido se anunciaba veraniego, una de esas cosas agradables que se estilan a estas alturas del curso. No fue así. El juego fue muy cortito. El Madrid vivió una vez más de la intuición. No parece que este equipo tenga una estructura demasiado sólida, pero le quedan buenos futbolistas. Antic ha actuado con cierta sensatez y ha dejado que su equipo saque beneficios del talento de algunos futbolistas. Sello en la cancha no ha dejado, como no sea la ubicación de Hierro en el centro del campo.
El Madrid mantiene su vulnerable imagen defensiva. Las llegadas a la portería de Buyo son frecuentes, demasiado para un equipo que pretende recuperar su viejo prestigio. Sin embargo, el Barcelona no estuvo por achuchar. Tiene dos lecturas el estilo del Barça. En su estado agresivo, el juego azulgrana es arriesgado, casi apabullante. La pelota se toma en propiedad para dominar al contrario y abrumarle con pases y goles. En su fase depresiva, el fútbol del Barça es un plomo. La pelota va tontona de aquí para allá, como la oveja lucera.
Así le dio por jugar al Barcelona. El equipo ha ganado la guerra y no da un paso para ganar las batallitas. El Madrid, que le ha ganado casi todas las escaramuzas este año, también ganó este trámite. Se aprovechó de la escasa beligerancia de sus rivales y rentabilizó un buen gol de Aldana, meritorio por el coraje del madridista, pero imperdonable por la pasividad de la defensa azulgrana.
La acción de Aldana coronó un partido cargado de paradojas. Poco antes de su estimable gol, el delantero madridista emborronó la mejor jugada del partido: un pase diagonal de Butragueño que desbordó todo el muro defensivo azulgrana y colocó en suerte a Aldana. Pues no. Aldana colocó mal el cuerpo y la bota, o puede que estuviera en el limbo de los justos. Por allá pasó la pelotita, y el delantero madridista ni la dio. Igual de paradójico fue que la hinchada coreara a Spasic. Es el signo de los tiempos que corren.
Butragueño fue el protagonista de aquella jugada y de casi todas las interesantes que hubo en el partido. Participó en dos lances vidriosos en el área de Zubizarreta -que si fue penalti, que si no-, estuvo cerca de marcar en un remate a un toque que salvó el guardameta azulgrana, que también le sacó el penalti del segundo tiempo" y metió un par de pases envenenados que demostraron su lucidez. Este pequeño inventario, más el gol de Aldana, fue todo el arsenal destacable del partido. Lo demás fue una birria.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.