Dimes y diretes

Hasta Fraga ha bajado a la arena de la campaña. Lo trajo bajo el brazo Felipe González, en Valencia, ironizando sobre la carta de dimisión que había roto ante Aznar. Pero después vino él mismo, en persona, hablando de los presuntos homosexuales del PSOE.Guerra, que tampoco paró, le dijo algo equivalente con respecto al PP. Y se dijeron de todo. Tanto, que hasta Ruiz Gallardón se extrañó de que su contrincante Leguina, ambos de Madrid, le tratara bien en un debate. Hubo momentos de virulencia, como la que llevó a Maragall a decir que su correligionario extremeño Ibarra se iba a tener que tragar unas declaraciones que hicieron mucha mella en Cataluña, e instantes dulces, corno cuando Benegas dijo que a Suárez había que salvarlo.

Y hubo tres tabúes, establecidos como por consenso: la ley del aborto el proyecto de finariciación autonómica y la reforma del servicio militar. Y la televisión, que parece haber desaparecido derinitivamente de la esceria polémica nacional.