Narcís Serra,
vicepresidente del Gobierno; Mercè Sala, presidenta de Renfe, y Lluís Reverter disfrutaron el martes de los servicios del puente aéreo. Embarcados a las diez de la noche, tuvieron que aguardar dentro del aparato -revisando expedientes-, junto al resto del resignado pasaje, durante más de 45 minutos a que se despejara la congestión aérea -ésa era la razón oficial- para que el avión pudiera emprender viaje a Barcelona. Algunos pasajeros quedaron esperanzados de tal compañía: a ver si así se arregla el lío aéreo.
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