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COMPETICIONES EUROPEAS DE FÚTBOL

El Barça sobrevivió a todo en Turín

ENVIADO ESPECIAL El Barcelona aprobó por los pelos las pruebas de acceso a la final de la Recopa, que se disputará el 15 de mayo en Rotterdam. Después de un curso escolar excelente y con evaluaciones magníficas, descuidó la recta final, quizá excesivamente relajado por saberse ya campeón de Liga. Lo que había, acumulado en el Camp Nou le sirvió para llegar a la quinta final de la segunda de las competiciones europeas. El Juventus, por el contrario, estuvo a punto de emular a ese porcentaje mínimo de malos estudiantes que sacan adelante el curso en tina noche de plena dedicación y nervios.

Luigi Maifredi, técnico del Juventus, renunció a sus principios, bien por convicción o por recomendación de la directiva del club italiano. Malfredi, criticado y maltratado por todo Turín, se olvidó de la defensa zonal, que tanto le gusta, y optó por la clásica del marcaje al hombre, más arcaica, menos romántica y más práctica. Su objetivo era evitar que el Barcelona le marcara un gol, que acabara con las ya mermadas ilusiones del Juventus.

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El técnico azulgrana, Johan Cruyff, sólo se permitió una pequeña triquiñuela. Ausente Nando, por sanción, hizo que su ayudante Carles Rexach especulara con la clase periodística sobre la posibilidad de que el joven Herrera jugara en su puesto. Todavía hizo más. Charly aseguró en la conferencia de prensa que Ferrer no sería el marcador de Baggio. Pues bien, Soler fue el hombre que ocupó la demarcación de Nando y Chapi Ferrer se ocupó del marcaje de la estrella italiana.

La terapia de grupo a la que fue sometido el Juventus durante estos días y los tres puntas (Hassler, Casiraghi y Baggio) crearon minutos, excesivos minutos, de angustia al Barça. El equipo italiano salió como un animal herido, dispuesto a dejarse la piel en el campo. Atacó en oleadas y, además, el defensa De Agostini tenía una consigna clara: amedrentar a Goikoetxea, la gran obsesión de Maifredi. De Agostini cumplió su misión y le soltó un viaje tremendo a Goiko, que se escondió rápidamente e incluso cambió de banda. Unos instantes después de esta acción punible, el Barcelona dispuso de la única acción de peligro, que Bakero desaprovechó, tras un pase de Stoichkov. A partir de ese momento, se acabó el carbón y se inició angustia.

Impulsados por el alemán Hassler, que se movió por las dos bandas y volvió locos a Soler y Eusebio, el Juventus pasó de ser un caballo percherón a un auténtico caballo pura sangre, No llegó a lucir en su motor el caballito rampante de un Ferrari, pero sí tenía las suficientes vávulas como para acorralar al Barça en su área y no dejarle pasar del me dio campo.

Fueron 20 minutos de angustia, en los que Zubizarreta vio de una forma estúpida la segunda tarjeta en esta Recopa y en los que el guardameta azulgrana se erigió como el único bastión sólido de todo el engranaje azulgrana.

Su esfuerzo extraordinario lo pagó el Juventus en la recta final del primer tiempo. El Barça se sacudió el dominio y Maifredi optó por hacer calentar al talismán Schillaci. Totó no salió hasta los últimos minutos y, el conjunto azulgrana se fue al descanso con un esperanzador empate a cero.

Malfredi, que se pasó los primeros 45 minutos al borde del histerismo, bordeó la locura en la reanudación. Dio entrada a otro delantero, Di Canio, y el partido entró en una fase de fútbol frontón. El Barça, acobardado, sin capacidad de reacción y con los nervios a flor de piel, se limitó a contener la avalancha que se le venía encima. De nuevo tuvo ser Zubi quien cercenara de raíz las ilusiones del Juventus. Pero no pudo evitar que Baggio le limpiara las telarañas de la escuadra izquierda de su portería. Fue el delirio en las gradas del estadio de los Alpes y el comienzo del caos para los hombres de Cruyff, que un minuto depués se quedaron en inferioridad numérica por expulsión de Amor.

Haciendo aguas por todas partes, Cruyff se dedicó a taponar agujeros , eso era precisamente lo que no encontraban los jugadores del Juventus. Todos los astros se habían confabulado contra ellos. Todo lo contrario le sucedía al Barça, que conocía, ayer más que nunca, ese tópico llamado la suerte de los campeones. Rebotes, despejes, tiros desviados por milímetros. Todo, absolutamente todo, favoreció a los hombres de Cruyff, que gestaron su pase a la final de la Recopa tras un parto con dolor y cesárea incluida. Durante el angustioso e infartante partido, el presidente Josep Lluís Núñez también conoció la noticia de que acaba de obtener la condición de abuelo, y los médicos que atendieron a Cruyff durante su dolencia cardiaca y que quizá vivieron por televisión los acontecimientos llegaron a la conclusión de que el corazón del técnico holandés está ya más fuerte que una roca.

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