El Madrid se paseó por el Villamarín
El Real Madrid ha apuntillado al Betis. El equipo verdiblanco esperaba la visita del actual campeón de la Liga como la consumación casi definitiva de un descenso cantado. Sólo el nombre del rival bastaba par meter miedo en la endeble es tructura bética. El caminar deslucido del conjunto blanco po el calendario liguero más preci pitaba recelos que confianzas sobre todo porque el Betis no consigue confianza ni en los entrenamientos.Desde el primer minuto de juego, Butragueño y su quinta enseñaron el arma del verdugo. No cabe compasión en Radomir Antic, espoleado por el apremio de lograr un hueco en Europa. El Buitre y Hagi, inspirados, componen una lanza ofensiva demasiado dañina para la poco firme zaga andaluza. El Betis ha pagado los platos rotos en la casa blanca y se marcha a la Segunda División derecho, derechito.
Valentín ya transmitía te rror cuando puso en movimiento el balón. Le temblaba tanto la pierna que golpeó varias veces el cuero de una sola patada El Madrid vio la presa fácil y ni siquiera avisó antes de iniciar el concierto goleador. A los cuatro minutos, Hagi dio las primeras señales de vida. El rumano robó la pelota y la puso en las botas de Aldana. Aldana trianguló con Villarroya y éste cuadranguló con Butragueno: gol. Dernasiado sencillo.
Los dos hombres de vanguardia que, sobre el papel, había apuntado Antic se transformaron en cuatro peligrosos delanteros. Villarroya y Hagi, a sus anchas en el centro del campo, subían al ataque descomponiendo la ya menguada moral verdiblanca.
Mientras el Madrid clisfrutaba en cada subida al ataque de una ocasión de gol, el Betis se debatía por evitar el ridículo. El centro de campo local: sólo servía para enviar misiles a una delantera inexistente y para preparar pasillos a las internadas de Hagi, que anoche tenía ganas.
El Betis pudo marcharse al descanso con una escandalosa goleada a sus espaldas. Hagi, Michel, Aldana, Tendillo, Butragueño y Hierro se rifaron clarísimas ocasiones. Aun así, los azules estaban pisando sólo a medias su acelerador.
La segunda mitad fue un calco de la primera: un Madrid a medio gas se veía sobrado para machacar al vicecolista. Butragueño, que ya en los primeros 45 minutos preparó algunas escenas de cine, hizo un artificio a los 58. Hierro, atento a la maestría del pase, no podía fallar.
Tras el segundo gol, el Betis se alocó en la defensa tratando de eludir un final de fiesta bochornoso -Sevilla quema hoy el último día de su feria de abril- Todo el campo era del Madrid, menos el área andaluza, que se hacía pequeña para albargar a tanta gente. El objetivo de los madrileños, pues, era bien sencillo: hacerse también con el área. No obstante, el Madrid perdonó. Michel se ocupó de abrochar el resultado. El centrocampista se escapó de Rodolfo y conectó un certero pase para que Aldana parase la cuenta de los goles.
Antic retiró a Hagi, borracho de jugar al fútbol -ya hubiera querido el rumano que todos sus marcadores fueran Merino-, y dio entrada a Milla. El reaparecido tocó poco el balón, pero se advirtió que no ha olvidado el fútbol. Con ello, su equipo se relajó aún más y dio aliento al rival.
El gol del honor, de penalti cometido por Spasic, ennubló la realidad de los noventa minutos. La diferericia entre el Madrid y el Betis fue ayer exágerada, mucho mayor que la reflejada en el marcador.
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