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"La próxima vez ganare yo", asegura Olazábal

La historia deportiva es cruel con los subcampeones. Quizá se les recuerde durante algún tiempo. Pero después se les olvida o se les reduce a meros datos estadísticos de adorno. Si sobreviven en la memoria de los aficionados en algunas ocasiones es precisamente por su condición de perdedores empecinados, como el ciclista, francés Raymond Poulidor, o por la trágica anécdota de su fallo clamoroso. José María Olazábal sabe que su actuación de este año en Augusta se devaluará si no la refrenda con el triunfo. Veinticuatro horas después, su moral era inmejorable. "Ganaré la próxima vez" le dijo a su vencedor, el galés lan Woosnam.

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La parafernalia final, la solemne ceremonia de la investidura de la celebérrima chaqueta verde, la entrevistas apresuradas... no impidieron a Olazábal hacer un aparte con Woosnam y su caddie. "Ganaré la próxima vez", les dijo después de felicitar sinceramente al galés porque, en definitiva, son compañeros en el equipo europeo de la Copa Ryder y siempre satisface que uno de ellos derrote a los estadounidenses. Woosie le sonrió, le hizo un gesto en el sentido de que la fortuna le había favorecido y le respondió: "Lo sé".De Olazábal ha llegado a afirmar esta semana el norteamericano Mark Calcavecchia, el campeón del Open Británico de 1989, que, por su juventud, sólo 25 años, y su calidad, dominará el golf mundial como lo dominó en su día su compatriota Jack Nick1aus. Severiano Ballesteros, a quien le encanta que otro español siga sus pasos por el camino del éxito, no ha dudado en proclamarle "el mejor" y en destacar, entre otras cualidades, el hecho de que "su mentalidad sea la de un jugador de 35", todo experiencia. Pero, de momento, el vasco se ha quedado sin las portadas de los periódicos norte americanos, casi siempre reservadas a los triunfadores.

The Augusta Chronicle, el diario de la ciudad del Masters, tituló a seis columnas su edición de ayer con una frase hecha que podría traducirse por "Woosnam los esperó "Ios colgó" y apoyó su comentario con una fotografía del número uno cerrando su puño en la explosión de su ansiedad contenida tras su putt decisivo. En un recuadro, a la derecha, ilustró la relación de los primeros clasificados con otras dos tamaño carné de Olazábal y el norteamericano Tom Watson. Fue la. representación gráfica de la distancia que , justa o injustamente, matizando o sin matizar, media entre el vencedor y los vencidos.

Canto a la tristeza

Sus páginas deportivas las abrió con el canto a la tristeza de que ningún estadounidense hubiera interrumpido la racha victoriosa de los europeos iniciada por el escocés Sandy Lyle en 1988 y proseguida por el inglés Nick Faldo en 1989 y 1990, y Woosnam en 1991: "Watson se derrumbó en un hoyo corto". Las ilustraciones correspondían al instante en que Faldo ayudaba a Woosnam a ponerse la greenjacket y a la imagen abatida del propio Watson.

Eso sí, el redactor Robert Naddra comenzaba junto a ellas dos columnas para glosar el cuarto recorrido de Olazábal bajo un titular expresivo: "El golpe de salida en el hoyo 18, muy costoso". En las interiores aparecía ya la palmada consola dora del norteamericano Lanny Wadkns a Olazábal, del que se escribía que abandonaría Augusta "con emociones mezcladas", en alusión a su alegría por haber demostrado a todos y a sí mismo que puede vencer en cualquier torneo grande y su tristeza por haber concluido del modo como lo hizo.

The Atlanta Constitution y The Atlanta Journal, rotativos de la capital del Estado de Georgia, trataron de manera diferente en sus portadas la conclusión del Masters. Aquél la primó publicando una foto a dos columnas de Woosnam abrazado a su caddie con el rótulo de "el pequeño gran hombre de Augusta" y el sobrio título de "Woosnam ganó el Masters". Éste relegó la de Faldo y Woosnam flamantemente vestidos de verde -"el cambio de guardia: Woosnam se impuso en el Masters"- para dar a cuatro la escena de los refugiados kurdos en Turquía peleándose por la comida.

Sin embargo, las secciones deportivas de ambos fueron comunes en su lamento patriótico: "Otro 'rnaestro' europeo. Woosnam logró el título con su último 'putt'". Después dejaron constancia de cierto enfado del galés con el comportamiento antideportivo, en su opinión, de algún sector del público y la actuación de Olazábal la despacharon en un sucinto comentario de 13 fatídicas líneas.

Olazábal admitió que el Masters le había proporcionado una lección de madurez. Su segundo puesto le dio una perspectiva muy amplia de su actuación. Por un parte fue decepción, pero también supuso un aprendizaje. Olazábal confesó que sintió una gran presión. "Parecía que no me llegaba el oxígeno. Es una experiencia que da madurez", dijo.

"Dentro de lo que cabe estoy conterito, aunque también contrariado por no haber logrado mi primer grande", añadió.

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