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Valencia y Bara lucharon contra la lluvia

En la piscina del Luis Casanova Valencia y Barcelona lucharon contra la lluvia, que fue su principal enemigo. El derroche de energías de ambos conjuntos fue premiado con un justo reparto de puntos. El Barça salvó el difícil compromiso y, una vez más, quedó demostrado que el árbitro Ramos Marco es gafe para el conjunto azulgrana. Con él no conoce la victoria desde hace dos años.Cruyff, a la vista del panorama, prefirió no arriesgar ni hacer pruebas. Optó por dejar a los jóvenes en el banquillo y la ausencia de Amor -Ferrer tampoco podía jugar por sanción- la cubrió con Begiristain, aunque el fino delantero no realizó funciones de pivote, sino de apoyo al centro del campo. Teóricamente, Eusebio debía ejercer la misión de lanzadera, pero sólo fue sobre el papel. El terreno de juego no estaba para florituras ni tácticas. Todo lo que Cruyff o Víctor Espárrago pudieron decirles; a sus hombres en el vestuario no sirvió para nada. El fútbol es una cosa y el waterpolo otra y anoche las condiciones meteorológicas eran más propicias para este último deporte.

El Valencia, por las características de sus jugadores, se adaptó, momentáneamente, mejor a la adversidad. Los valencianistas, menos técnicos y más pesados, especialmente sus delanteros, interpretaron mejor la táctica del patadón y hacia adelante. Por eso llevaron el peso del encuentro durante los primeros 30 minutos, que resultaron insulsos y sin apenas peligro para ambas porterías.

El gol sólo podía llegar en un despiste, en un fallo, en un extraño del incontrolable balón. Y llegó por mediación de Roberto, que estaba con la caña preparada y sin que nadie le estorbara. El tanto del ex azulgrana quizá hizo levantar de su sillón toda la humanidad de Jesús Gil, presidente del Atlético de Madrid. Pero su alegría duró muy poco. Laudrup, en colaboración con Ochotorena, que se lanzó tarde y mal, dejó nuevamente las espadas en alto, después de que el Valencia pasara unos momentos angustiosos en los que Giner y Quique salvaron dos balones de gol.

La incógnita planteada durante el descanso era qué equipo acusaría más, en el segundo tiempo, el generoso esfuerzo de los 22 jugadores. Antes de iniciarse el segundo acto ya hubo el primer parte de bajas. Fernando y Camarasa se quedaron en el vestuario por problemas musculares. El azulgrana Bakero, que también estuvo renqueante, prefirió aguantar el tipo.

Sin tiempo a que los jugadores volvieran a mancharse sus camisetas, Ramos Marco quiso dar marcha al encuentro. Interpretó como penalti una discutible caída de Eloy dentro del área y el Valencia no desaprovechó la oportunidad. El gol de Penev le dió alas y el Barça perdió la brújula durante algunos minutos. Cruyff reaccionó y cambió al inoperante Begiristain por Pinilla.

Y fue precisamente el delantero azulgrana quien devolvió la tranquilidad a su equipo y al mismo tiempo incrementó la emoción a un partido, cuyos últimos minutos fueron trepidantes y repletos de oportunidades para ambos conjuntos. Quizá la más clara fue la de Penev, que completamente sólo, envió el balón fuera.

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