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El Estudiantes tuvo más carácter que el Madrid

Era un partido en el que el corazón iba a poder siempre con la razón. El Estudiantes y el Real Madrid son en la actualidad dos claros ejemplos de equipos en los qué el empleo constante de la inteligencia, el raciocinio y el saber estar -necesarios sobre todo a la hora de desarrollar los sistemas ofensivos- suelen pasar demasiadas veces a un segundo plano, en Favor de los designios emocionales.En estas circunstancias, no es de extrañar que el Estudiantes tuviese un pobre porcentaje de tiro de campo (41%) y tampoco conservase la calma al enfrentarse a la soledad del tiro libre (65%). El Real Madrid lo hizo algo mejor (54%), sobre todo en el primer tiempo y gracias a Martín y, Herrera. Con estas diferencias en los porcentajes de lanzamientos, ¿cómo es Posible que el Estudiantes ganase por once puntos?. Simplemente por cuestión de carácter, o lo que es lo mismo, por un insultante dominio de los rebotes, sobre todo debajo de la canasta del Real Madrid.

Resulta muy difícil de explicar, basándose únicamente en la técnica del juego, que el Estudiantes, que cuenta con jugadores más bajos y menos pesados y no posee un pivot dominador, capture 18 rebotes ofensivos. Daba igual los jugadores del Madrid que estuviesen en la cancha, aunque coincidiesen Martín, Roberts, Cargol y Herrera. Tampoco importaba la defensa que oponía el Real Madrid. Si era hombre a hombre, mal; si Brabender ordenaba una zona para proteger su tablero, aún peor. Unas veces era Orenga, otras Pinone, incluso en alguna ocasión Herreros y en la mayoría Winslow. Todos se hartaban de coger los rechaces y con ellos, la maquinaria de ataque del Estudiantes -lejos de ser de precisión- volvía a empezar. La consecuencia inmediata fue que mientras el Real Madrid tiró 55 veces -cantidad irrisoria-, el Estudiantes lo hizo 18 veces más.

La protección del rebote en la propia canasta, cuenta con aspectos entrenables, como el bloqueo del atacante o el apoyo de los cinco jugadores, pero finalmente se convierte en una cuestión de agresividad, mtensidad y deseo. Pelearon todos los balones, e incluiso cuando la pelota era capturada en primera instancia por un jugador blanco, rápidamente aparecía una mano dispuesta a roba una cartera débilmente protegida. Enfrente, el Real Madrid un equipo que no conseguía poner en marcha sus mecanis mos sentimentales, adormecidos entre tanto rumor.

Esta causa, primera y última del triunfo del Estudiantes se empezó a fraguar desde el primer minuto y se decidió en la mitad del segundo tiempo coincidiendo con la estancia conjunta en el banquillo de Llorente y Biriukov, habituales manejadores del juego blanco. En unos minutos considerados sicológicamente fundamentales Santos hizo dos faltas de ataque, Cargol tiró por la calle de enmedio y Roberts, ausente del quinteto titular, no podía avasallar como lo hizo en el partido de ida. El ánimo de los colegiales se fue hacia arriba como un misil, mientras que la debilidad moral del Real Madrid no auguantó el envite definitivo.

En los números se encuentran muchas respuestas, y lo que resulta más importante, permite llegar a conclusiones que a veces, como en esta ocasión, son a ajenas cuestiones de orden técnico. La de ayer fue simple y clara. El Estudiantes le echó más genio al asunto y ganó el partido. Por puro y simple carácter.

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