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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Verdes como lechugas

El día 18 de enero, después de haber visto y oído por televisión, en el Congreso, cómo un diputado, naturalmente de la oposición, increpaba al jefe del Gobierno, diciéndole que en la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra de Alcalá de Henares estaban pintando de amarillo los carros de combate (para su camuflaje en el desierto) y que al personal de la misma le estaban entregando chapas de identificación (por si morían en el golfo Pérsico), cuando llegó mi hijo (que está destinado en la citada unidad) a casa y le conté lo sucedido, me contestó riéndose: "Hace apenas una hora que he pasado entre los carros de combate y todos estaban más verdes que una lechuga. En cuanto a las chapas de identificación, es lo primero que, desde hace 40 años, te entregan cuando ingresas en la brigada". Y añadió: "Además, Alcalá de Henares está solamente a unos 30 kilómetros de Madrid, y antes de decir semejantes tonterías debió darse una vuelta por allí". Bilbao.Supongo que su periódico, como los demás medios de formación de masas, habrá hecho su agosto con motivo de la pantomima política y militar montada por las potencias del desarrollo en torno a los pocitos de su gasolina y aprovechando la fantasía de un jeque algo más atrasado de religión, todo ello a costa del tiempo y las tragaderas de millones de lectores y televidentes; espero, sin embargo, de la reconocida honestidad de su diario que ello no le impida hacer público este mentís.

Han sido cinco meses de explotación del asuntejo y fabricación de una expectativa universal, y todavía la cosa sigue unas cuantas semanitas más con la exhibición y repetición por horas de imágenes y noticias miserables, en que, cada vez más forzadamente, se le quiere sacar a cualquier cadáver de desgraciado, a cualquier frase de un imbécil en el poder, algún jugo que justifique las enormes expectativas (mucho más sangrientas y devastadoras las guerritas que, durante todos estos 45 años desde la última, se han venido atizando en los márgenes del desarrollo, en el propio Oriente Próximo, en los estatículos africanos, en los de Centroarnérica, y que no han recibido entre todas la cuarta parte de bombo que la pamema ésta), obligando al mundo entero a convertirse en espectador de un arreglito de cuentas entre unas bandas de fanáticos del capital y fanatiquillos de Mahoma.

Pero era la guerra, señor director

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la guerra de verdad, la tercera, la apocalíptica, la que los medios han estado durante meses prometiendo a las poblaciones (y que así se lo tomaban ellas lo prueban mejor que nada esas amas de casa que se ponían a acaparar alubias del supermercado según consejo de sus suegra, que se acordaba de la última), era la guerra la que a sus lectores les estaba prometida, y a estas horas reconocerá usted que ya tienen derecho a que les den la guerra de una vez, la guerra como Dios manda.

Nunca tal vez ha estallado tan esplendorosamente la mentira del poder, la miseria del derroche.

Permítame que les sugiera a sus lectores, y en especial a los muchachos a los que han estado estos días arrastrando a manifestaciones por la paz y reclamaciones (¿a qué Dios se elevarían?) contra la guerra, que muden de rumbo sus indignaciones y las aprovechen para manifestarse contra la paz, contra esta Paz que les venden (alimentando la idea y el miedo de la guerra) y que es la guerra real y de verdad mortífera; y si logran montar grandes piras con los autos inútiles que les caigan al paso y les prenden fuego con su propia gasolina, después de amontonar en la picorota todos los televisores del vecindario, puede que entonces sientan algo de lo que es levantamiento del pueblo y la razón contra la explotación y la mentira.

Y asimismo les sugiero a los pocos pensantes y peritos medio honrados que por ahí anden que, cualesquiera datos que conozcan que pongan al descubierto lo siniestramente ridículo y lo desmesurado de esta farsa, los hagan públicos por donde puedan. -Agustín García Calvo.Madrid.

Ayer oí por primera vez el mensaje que dio Bush al mundo la noche de la fatal decisión: "Algunos se preguntarán", decía, "por qué no esperar". "El mundo no puede esperar más", respondió él mismo.

Desde mi impotencia quiero decirle al señor Bush que no hable en nombre del mundo ni en el mío. Como ciudadana de este mundo sí puedo esperar, puedo y quiero esperar todo lo que haga falta, con tal de evitar que los hombres se maten. -Victoria Gómez-Trenor. Valencia.

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