Históricas medidas de seguridad
El Super Bowl de 1991 fue histórico en un sentido: sus medidas de seguridad. Los 73.813 espectadores, cada uno de los cuales pagó 150 dólares por una entrada con diseño tridimensional para evitar falsificaciones, tuvieron que someterse a verjas, barreras de hormigón, detectores de metal y hasta cacheos para entrar al estadio.
Fueron medidas sin precedentes en el deporte americano, consecuencia directa de la guerra en el Golfo. El temor a un ataque terrorista fue la causa del despliegue de 1.700 policías y agentes del FBI y otros 1.000 guardias de seguridad. Se limitó el acceso al estadio únicamente por cuatro entradas, dos para peatones y dos para automóviles. Se prohibían terminantemente las radios, cámaras, televisores, prismáticos y paraguas. También se prohibió el tráfico aéreo en las cercanías del estadio durante 12 horas, salvo a varios helicópteros de seguridad que patrullaban constantemente.
Fue un gran inconveniente, pero el público lo aceptó dócil y disciplinadamente, llegando temprano al campo para tener tiempo suficiente para entrar. "Normalmente los americanos no soportan ser detenidos ni cacheados. En su mayoría aceptaron sin quejas lo que estábamos haciendo", declaró Brian Seely, policía de Tampa. Fue un día de patriotismo, para mostrar con calor el apoyo a la guerra. Más de 72.000 banderas se distribuyeron a los espectadores, que las enarbolaron constantemente. La artista Whitney Houston cantó el himno nacional, acompañada por la orquesta del Estado de Florida. El público, que cantó junto a ella, coreó "USA, USA" al final de la canción.
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