Lendl buscará ante Becker su noveno título 'grande'
El tenista checoslovaco Ivan Lendl intentará conseguir mañana ante el alemán Boris Becker su noveno título del Grand Slam en la final del Open de Australia, que viene disputándose en Melbourne. Lendl, que llega por tercer año seguido a la final de este torneo, que se anotó en 1989 y 1990, se impuso al sueco Stefan Edberg, el número uno mundial, por 6-4, 5-7, 3-6, 7-6 y 6-4. A su vez, Becker batió al norteamericano Patrick McEnroe por 6-7, 6-4, 6-1 y 6-4. La yugoslava Mónica Seles y la checa Jana Novotna no habían iniciado al cierre de esta edición la final femenina.
Edberg, vencedor del Open de Australia en 1985 y 1987, no ha tenido la suerte de su lado en la presente edición. Si en la final del pasado año entregó el título a Lendl por lesión, ayer desperdició dos puntos de partido ante la estupefacción del público. Fue en el cuarto set y marcó el principio del fin del sueco, el primer cabeza de serie.Hasta ese momento, el choque había ofrecido un desarrollo incierto. Edberg, muy tranquilo y seguro desde el fondo de la pista, recuperó su tropiezo de la primera manga en las dos siguientes (4-6, 7-5 y 6-3). En la cuarta pifió con una pobre volea de revés que acabó en la red y con una doble falta las dos pelotas de que dispuso para ganar. Finalmente, Lendl, el tercer favorito, se adjudicó el set por 7-6 (7-3) y ya no padeció excesivos problemas para encarrilar el encuentro ante los evidentes nervios de su adversario.
"Obviamente, es muy frustrante estar cerca de la victoria y después perder. Uno nunca espera que puedan suceder cosas así en una semifinal del Grand Slam", comentó Edberg. El sueco se quejó de los largos espacios de tiempo que su rival consumió entre punto y punto: "He perdido mi ritmo El reglamento estipula 25 segundos. Los jueces erraron".
Lendl respondió a las críticas de su contrincante:-¿Córno puedo saber el tiempo que tardo si no tengo reloj en la pista? No me siento capaz de contar hasta 25 entre punto y punto. Siempre es normal echarle la culpa a algo cuando las cosas no salen bien". El checoslovaco quiso restar importancia al triunfo: "Estoy contento, pero no eufórico. Me hallo totalmente mentalizado para la final. He venido a Melbourne a ganar el torneo, no a Stefan".
La otra semifinal supuso la eliminación de una de las grandes sorpresas, Patrick McEnroe, que se situó entre los cuatro mejores pese a figurar en el puesto 114º de la clasificación profesional y tratarse de su segunda participación en una competición del Grand Slam.
Una espina para el alemán
La victoria de Becker, el segundo cabeza de serie, tuvo un significado especial para él. Tres veces campeón en Wimbledon y una del Open de Estados Unidos, el alemán no había superado los cuartos de final en sus cinco anteriores participaciones en el Open de Australia. Becker sufrió un momento delicado en el primer set, que entregó por 6-7: "Después de dominar por 3-0, perdí la concentración hasta el siguiente. Estaba muy nervioso y me dije: 'Cálmate, cálmate'. Hacía mucho tiempo que no me encontraba tan a gusto sirviendo y, al final, volví al partido".McEnroe, de 24 años de edad, siete menos que su hermano John, acusó la presión en la segunda manga. En ella dispuso de un decisivo punto de ruptura en el segundo juego, pero lo desperdició. Becker consideró que dicho fallo fue la clave del encuentro. McEnroe comentó: "Apenas me ha molestado la espalda. Lo determinante ha sido que Becker se ha enfurecido cuando le he remontado en el primer set. Después ha sabido recuperarse y reencontrar su juego, que es lo que define a los campeones".
La final se presenta apasionante. Becker aspira a conseguir su quinto título del Grand Slam. De lograrlo, obtendría el beneficio añadido de superar a E'dberg en la clasificación de la ATP y ser el nuevo número uno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.