El abogado del presunto asesino de El Lobo Feroz pide que le consideren enajenado
El proceso a Santiago San José Pardo, presunto asesino de las dos prostitutas emparedadas en el mesón El Lobo Feroz, quedó ayer visto para sentencia. El defensor de San José, Manuel Boto Escamilla, solicitó la absolución, en atención a la eximente de enajenación mental, y con la aplicación de medidas cautelares de tratamiento.
El fiscal, que pide una condena de 74 años, se apoyó en los dictámenes de los forenses para considerar a San José responsable de sus actos, pese a los rasgos psicopáticos de su personalidad, y atribuyó su falta de memoria sobre los hechos a una línea de defensa "a la que también tiene derecho". En sus conclusiones definitivas, calificó la agresión a la tercera de las víctimas, Araceli Fernández, como tentativa de asesinato en vez de asesinato frustrado, pero mantuvo su solicitud de 27 años de reclusión por cada uno de los dos asesinatos consumados, 20 años por la tentativa de asesinato y tres meses de arresto por dos delitos de inhumación ilegal.La acusación particular, que representa a la madre de la asesinada María Luz Varela, elevó la petición de penas a 87 años y reclamó una indemnización de 20 millones de pesetas para las dos hijas de la prostituta asesinada.
Desaparición denunciada
La madre de la víctima, Angela Alonso Pérez, declaró ante el tribunal que la joven asesinada vivía en una pensión mientras ella cuidaba de sus hijas, Alicia y Gema. Cuando María Luz desapareció sin dejar rastro acudió a la pensión, donde la informaron que posiblemente se había ido a vivir a Barcelona, pese a lo cual denunció la desaparición. La creencia de que su hija estaba en esta ciudad fue disipada cuando la llamaron para identificar uno de los cadáveres encontrados en el sótano del mesón. Ángela Alonso no renunció a ninguna indemnización que pudiera corresponderle en beneficio de las dos niñas, una de las cuales vive ahora con su madrina, por no disponer de recursos para atender a las dos.Manuel Boto Escamilla, abogado del presunto asesino, presentó a su defendido como "un enfermo" cuya conducta se vió alterada por el ingente consumo de alcohol. El letrado criticó los informes de los forenses que consideran imputable al procesado, aunque aprovechó alguna de sus conclusiones, como la relativa a que Santiago San José podría volver a matar si bebe.
En la sesión final del proceso, varios policías relataron su intervención cuando fueron avisados de los gritos que estaba profiriendo Araceli Fernández Regadera al ser agredida con un cuchillo. Uno de estos agentes alcanzó a ver a Santiago San José con las manos ensangrentadas y empuñando el cuchillo, mientras su víctima permanecía en el suelo semiinconsciente y sangrando por varias heridas.
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