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El Barça dio la vuelta a un partido trepidante

El Barcelona apeló ayer al genio que se le supone a un equipo que ha iniciado la Liga a ritmo de récord (15 puntos de 16) para resolver un partido que tuvo un neto carácter, desestabilizador para los azulgrana. El Sporting amenazó con tumbar al líder con dos goles en frío (a los 22 segundos del primer tiempo y a los dos minutos del segundo) que le ponían en ventaja en momentos cruciales. La respuesta barcelonista fue tan contundente que la hinchada sacó las palmas para corresponder al esfuerzo e ingenio del equipo.El conjunto de Cruyff mostró el carácter propio de un inconformista que lucha desesperadamente por seguir convenciéndose de que puede conseguir el título. Sus recursos parecen suficientes para optar siempre a la victoria. Cruyff prescindió Inicialmente de Stoichkov, desconcertado en los últimos cuatro encuentros; tampoco pudo contar con Ferrer, lesionado, y ni Golkoetxea ni Laudrup ni Beguiristáin se lucieron. En esta situación decidió Amor, quizá el más oscuro de este nuevo Barça por su servilismo.

El Niño, como llaman a Amor en el vestuario, ha ocupado la plaza de Milla y el equipo ha ganado en fluidez defensiva y ofensiva por su capacidad tanto para guardarle las espaldas a Koeman como para lanzar al grupo cuando las individualidades están ofuscadas. Amor dispone además de un remate letal en los balones francos, como el del primer gol tras un pase de Koeman.

El Sporting fue, como acostumbra, ese equipo blando que propicia el caudal ofensivo del rival. Estuvo inspirado en el ataque (dos goles en cuatro remates), pero no tuvo consistencia defensiva porque no supo presionar en la media.

Los primeros 10 minutos fueron alucinantes. El Barcelona, herido por el gol del rival, remató hasta cinco veces a puerta. Su empeño se vio recompensado a balón parado. Luego, se relajó. Iniciada la segunda parte y con un nuevo gol del Sporting, el equipo de Cruyff respondió con dos en cuatro minutos que sentenciaron. El público le ovacionó por su esfuerzo y clarividencia.

Remontado el marcador, nadie temió ya. El Barcelona infunde confianza a su afición. El Atlético, su adversario el próximo sábado, servirá quizá para calibrarlo definitivamente.

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