El gol
El tanto marcado al Trabzonspor consagra a Ronald Koeman como el líder del Barcelona
"Laudrup me vino de cara y me dejó el balón. Levanté la mirada y vi a todos los turcos que salían hacia mí intentando provocar el fuera de juego de los demás. Decidí que lo mejor era levantar el esférico y atravesar la barrera. Pude pasar, el cuero tocó césped y, al advertir que el portero salía, decidí picar la pelota otra vez. Y entró". Y Ronald Koeman se fue hacia la banda para celebrar el gol con un tímido corte de mangas. La hinchada entendió el mensaje con flamear de pañuelos y Núñez le puso la voz: "Éste es el Koeman que fuimos a fichar".
Koeman llevaba días soñando con una noche como la del pasado miércoles. Se la debía a Cruyff, que lo trajo; a Núñez, que sé gastó el dinero y le firmó uno de los contratos más largos y suculentos de la historia. azulgrana -expira en junio de 1993-; a la gent blaugrana, que siempre ha esperado 19 más grande de su nuevo ídolo, y a él mismo, que sentía un cosquilleo de dudas cada vez que saltaba al Camp Nou.Llegó con una etiqueta colgada de la espalda que decía: "He costado 1.000 millones y cobro 120 millones al año". Nadie se lo perdonó en su primer año de azulgrana. "1.000 millones sólo se pueden pagar por Van Basten", decían los aficionados de tribuna, mientras los socios de lateral comenzaban a pitarle cada vez que el delantero rival le superaba en carrera y los Boixos Nois pedían la dimisión de Núñez.
Las dudas embargaron a Cruyff. "¿Y dónde pongo a Koeman?", llegó a preguntarse, el técnico, el 10 de octubre del pasado año, antes de vestirle como interior derecho en Valladolid. No encontraba acomodo para aquel libero imponente campeón de Europa, que los críticos calificaban de "carro" por su lentitud. Koeman estaba incómodo en aquel grupo que jugaba a pecho descubierto. Nadie trabajaba para él y él no sabía para quién trabajar.
Y entonces Cruyff optó por nombrarle general. Decapitó a los contestatarios Milla, Roberto y Valverde, vendió a los que representaban un pasado frívolo (Lucendo, Onésimo y Aloisio) y se rodeó de fieles dispuestos a trabajar a destajo para Cruyff, para Koeman y para ellos mismos (Nando, Ferrer, Goikoetxea y Stoíchkov).
El jefe del equipo
Y Koeman se siente jefe, porque Nando y Serna le guardan las espaldas por detrás y Amor por delante; porque incluso Stoichkov le hace caso. "En el gol que marqué de falta le dije a Hristo: 'Déjame a mí, porque este balón está demasiado lejos para ti". Porque ahora ya se atreve a regañar a sus compañeros, "ya domino el vocabulario español". Porque los vascos del equipo, los que le dan agresividad al juego, cantan a coro su nombre a la salida del vestuario. "Son muy simpáticos", asegura el holandés. Y porque disfruta jugando "como, lo hacía en el PSV Eindhoven, aunque la Liga española es más fuerte que la holandesa y, por eso, me siento más satisfecho".Y llegó el miércoles. Y Koeman marcó uno, dos, tres goles -como hacía en Holanda-, de falta, de penalti, de jugada. Y, de pronto, le salió un porte de mangas: "No iba dirigido a nadie, sino que fue una forma de expresarme". Fue una forma de romper con su pasado. El público le entendió y le saludó por primera vez con pañuelos. Fue la reconciliación.
"Yo soy de los que piensan que los partidos los ganamos o perdemos todos", puntualiza. "Lo que sí es cierto es que el año pasado yo tenía que jugar para mí y ahora juego para mí y para los demás".
"La situación es muy sencilla", cuenta a la hora de explicar el cambio experimentado por el equipo con respecto a la temporada anterior. "Comenzamos la pretemporada y ganamos todos los partidos. Tuvimos tranquilidad. Empezó la Liga y no hemos perdido un solo punto. Ahora tenemos confianza". .
"Hemos cambiado de mentalidad", prosigue, "ése es el gran cambio con respecto al año pasado. La temporada anterior no hubiéramos remontado un 0- 1 como lo hicimos el miércoles. Jugamos con más ganas, somos más agresivos y hemos aprendido a ganar partidos complicados como hace el Real Madrid. Eso es lo que cuenta al final".
"No sé hasta dónde llegaremos, pero desde luego si jugamos siempre con el mismo ritmo que lo hicimos en la primera parte contra el Trabzonspor, no nos gana nadie. Nos lo llevamos todo", afirma, "pero sólo acabamos de empezar la temporada". "¡Que no me pidan goles como el del miércoles!" puntualiza, "porque éstos no salen cada semana; con suerte, uno por temporada".
Koeman rehuye el papel de líder que le otorgan sus propios compañeros y la afición por su comportamiento en el campo. "¿Quién sabe qué pasará mañana si perdemos con el Athlétic?", se pregunta, "hay que estar preparado para todo".
Nadie sabe cómo acabará la historia de este Barcelona que ahora domina la Liga. Lo que sí es, seguro es que le ha entregado al liderazgo a Koeman.
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