Falso liberalismo

Con el férreo propósito de erradicar el problema de la droga, las autoridades de Zúrich discuten la posibilidad de repartir gratuitamente heroína entre los drogadictos de la ciudad. Tal descabellado proyecto ha desatado en un país ultra-conservador como Suiza una polémica sin precedentes.Al suizo medio le dolería enormemente que lo que por un lado le clavan en impuestos, por otro se lo inyectasen una sarta de jóvenes parásitos, melenudos y sin futuro. También hay quien aprovecha la coyuntura para presumir de Gobierno progre, lo que resulta una triste paradoja en un país donde a finales del siglo XX el sufragio femenino no es aún una realidad total.

No hay que olvidar que tras el falso alarde de liberalismo se encuentra agazapada la intención de salvaguardar la seguridad ciudadana, hasta ahora prácticamente intacta.

Mientras tanto, el escenario de la droga no ha sufrido grandes cambios. Los drogadictos continúan confinados en su parque a las orillas del río. Allí es donde hacen sus últimas, quizá únicas, amistades.

Yo me pregunto: un país tan rico como Suiza, que se puede permitir el lujo de abastecer a sus drogadictos, ¿no podría del mismo modo atajar el problema desde la raíz?

En una nación cuyo poder adquisitivo es uno de los más altos del mundo el problema de la droga no guarda relación alguna con el paro o la pobreza. Es ésta una sociedad donde la intolerancia, la soledad y la incomunicación han arrastrado a muchos jóvenes a optar por una muerte blanca, costosa y lenta, porque la vida no tiene valor, les parece negra y quizá vaya demasiado aprisa. Está claro que no es sólo dinero lo que se necesita para resolver un problema de estas características. También está claro que es más fácil ayudar a morir que ayudar a vivir- María Bellido Lois. Zúrich, Suiza.