Un Madrid sin ingenio apela al instinto de Hugo
En Chamartín se midió el pobre nivel competitivo del fútbol español. Con recursos limitados, el Madrid pulverizó al Mallorca y dejó un resultado que explica muy mal las carencias actuales del equipo de John Toshack. Más que cualquier discurso sobre el estado de salud del Madrid, el partido explicó la distancia sideral entre la aristocracia de la Liga y el resto de equipos. La victoria del Real Madrid vino por el peso específico de jugadores tan notables como Hugo Sánchez y por la ineficacia del Mallorca para destripar la defensa de los locales, pese a la abundancia de situaciones favorables.En sus mejores días, y éste no fue uno de ellos, el Madrid de la quinta jugaba con zapatos de charol. Tenía el equipo un raro sentido para combinar la eficacia y la armonía. El Madrid daba el aspecto de las obras cerradas, bien delineadas y acabadas. La imagen de este equipo es bastante mas rústica. El Madrid posee una excelente colección de jugadores, pero da la impresión de haber perdido el aura Ahora mismo sufre de los males comunes a cualquier equipo: fisuras abundantes, dificultades para solucionar problemas normales y una abierta distancia con el criterio de la grada. En estas condiciones, el Madrid tiene que jugar con buzo para ganar y apelar al oficio de sus futbolistas, Hugo a la cabeza.
Algunos datos confirman la imagen vulnerable del equipo. La afición tiene enormes dudas sobre la potencia real del Real Madrid, un aspecto desconocido en los últimos cinco años. Durante la última época, el equipo formaba una sociedad cerrada y perfectamente conectada con sus aficionados. Todo el grupo estaba a salvo de gran des críticas, convencido Chamartín de la mina de oro que había encontrado con esta generación de futbolistas. Cuando se manifestaba alguna tibia crítica contra uno de los ídolos, el asunto se saldaba por elevación. Michel escuchaba los silbidos de los descontentos y proponía un traspaso a Italia.
La temporada se ha iniciado con una fractura en la relación de la hinchada con sus jugadores. El Madrid presenta en estos momentos una larga galería de jugadores reprendidos. La nómina comienza con Spasic y sigue con Solana y Villarroya. Sobre Hagi no hay un juicio definitvo, pero la atmósfera no es favorable al rumano. La memoria de Martín Vázquez y Schuster está muy presente. Hagi, y todo el equipo, tendrá que jugar contra esta herencia. La tarea es complicada en todas sus vertientes. Este Madrid tiene menos poder que el anterior, y todos los implicados, incluido Toshack, parecen convencidos de esta circunstancia.
EL Madrid dio pruebas de debilidad defensiva en numerosos momentos y se mostró muy cortito en la línea de creción. Hagi se retrasó y ocupó en el primer tiempo un espacio bastante homologable al de Schuster. La ubicación de Hagi pone de manifiesto las dudas de Toshack sobre el encargado de controlar una posición por la que han desfilado media docena de jugadores en este breve espacio de temporada.
Hagi, cuya mayor virtud es la habilidad en el uno contra uno y su potencia en en el último cuarto de campo, se perdió en el meridiano central. El equipo se resintió en todas las líneas por la falta de conducción y quedó muy atascado. El Mallorca tenía todas las circunstancias para abrir agujeros en un sistema muy hermético, pero mostró las mismas miserias que la mayoría de equipos españoles: falta de clase y un miedo cerval a provocar daños en los equipos de alcurnia.
Sanchis se situó de pivote en la segunda parte y el asunto mejoró algo. Pero la ayuda al Madrid no llegó por esta vía, sino por el talento de algunos de sus jugadores, encabezados por el incombustible Hugo Sánchez, que dejó el sello por dos veces, en el segundo gol con tres toques al balón antes de machacar, dato insólito en un jugador que hasta estos días fusilaba a la primera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.