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Tribuna:
Tribuna
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Algo más que una industria

El inicio de una nueva década siempre es propicio para unas breves reflexiones. Quienes nos disponemos a vivirla intensamente constatamos que no se trata de una década más. En el umbral del siglo XXI, España y los españoles tenemos ante nosotros el prioritario reto del Mercado único.Competitividad, ampliación de mercados, diversidad de ofertas, calidad, servicios, son tan sólo algunos de los términos claves que acompañan ya al reto comunitario, aunque suenen a estereotipos o clichés.

A la altura del año en que nos encontramos, superado el tradicional momento álgido de las vacaciones veraniegas, somos muchos los ciudadanos que nos planteamos una serie de interrogantes:

- ¿Hacia dónde camina el sector y la industria turística? ¿Qué estrategia competitiva ha perfilado el Gobierno de la nación para hacer frente a esta recesión, preferentemente del importante turismo receptor extranjero?

- ¿Dónde se sitúa este querido y entrañable sector, piedra angular de toda política económica, generador todavía de empleo, fuente tradicional de divisas y cualificado colaborador en la financiación del déficit en la balanza de pagos, para hacer frente a la nueva competencia de destinos alternativos?

- ¿Qué diseño de política turística se ha realizado a través del consenso de las administraciones públicas, empresarios y sindicatos para sentar bases sólidas y afrontar con realismo y eficacia los nuevos hábitos y estilos de ocio que se empiezan a demandar?

Puntual información

Mucho nos tememos que sean numerosas las personas que desde todos los ángulos de una sociedad madura, democrática y vertebrada como la española tengamos la sensación de que poco se ha realizado o, lo que sería más lamentable aún, que lo llevado a cabo no ha servido para gran cosa. Como reza en el frontispicio de nuestra Constitución, la soberanía reside en el pueblo, representado éste en el Parlamento. Es lícito y comprensible, pues, que la sociedad española en su conjunto demande a los poderes públicos puntual información sobre lo que viene aconteciendo en esta vital parcela para nuestra economía, así como poder conocer qué tipo de medidas se están adoptando a fin de reconducir la nave del turismo español a buen puerto.

Lo triste es que llueve sobre mojado. Hace ya un año alertábamos de la delicada situación del sector.

De entonces aquí se han oído muchas voces, expresado multitud de opiniones reiterativas, contradictorias y hasta en ocasiones equívocas que, lejos de aclarar qué ocurre, plantean desconciertos, conjeturas e inseguridades de todo tipo.

Dejando aparte cuestiones semánticas, analicemos brevemente -a título indicativo- una serie de hechos que siguen aconteciendo, teniendo como telón de fondo el descenso de visitantes y de ingresos:

- Los empresarios vienen reiterando desde Zontur hasta la propia CEOE, pasando por las cámaras de comercio, las causas de los principales problemas, brindando soluciones alternativas ante un diagnóstico prácticamente unánime de la situación.

- Desde la Administración se confirma el descenso de un 14% de los ingresos por turismo, contabilizados en pesetas, y de un 9% de los visitantes, datos del mes de julio pasado. Se dejaron de ingresar 122.000 millones de pesetas durante los siete primeros meses del año, en comparación con igual periodo del ejercicio 89.

- Oficialmente se ha reconocido, igualmente, que el 70% de la planta hotelera de las zonas turísticas se ve directamente afectada con descensos en la ocupación, con importantes mermas de ingresos.

- Se ha reconocido, desde todos los estamentos, que el denominado turismo de sol y playa representa el 80% del total de la actual demanda.

- Se confirman las rebajas en los precios que en numerosos establecimientos hoteleros de costa proceden a realizar, ante la realidad de la baja ocupación en junio y julio, si no echan el cierre anticipadamente en bastantes de sus empresas.

- El fantasma de la descapitalización de ciertas empresas hoteleras y los posibles expedientes de regulación. de empleo son algo más que espadas de Damocles que penden sobre ciertos establecimientos.

- La escasa dotación, estímulos y fomento por la inversión formativa que colmen esas importantes lagunas, poniéndose al día en la cualificación profesional que los nuevos tiempos demandan.

- El deterioro de la imagen turística y la escasa respuesta eficaz en su promoción, fruto de la descoordinación entre la Administración central, autonómicas, municipales, y el propio sector, haciéndose sentir la falta de acuerdo en torno a la regulación y segmentación de la oferta, en el control de los apartamentos no legalizados que desvirtúan la oferta en detrimento de la calidad y servicio a prestar por el sector...

- La carencia de una política de promoción exterior diseñada con criterios empresariales y con dotación presupuestaria que permitan obtener resultados a corto y medio plazo.

Entendemos que la política no debe estar reñida ni con la prudencia de quien ejerce el poder ni con la realidad incontestable de unos hechos, por lamentables que éstos puedan ser.

Las ayudas

Por ello creemos que no son suficientes las ayudas dispersas y apoyos fragmentarios, haciéndose imprescindible una planificación de las acciones en función de los objetivos y prioridades estratégicas. Se constata hoy la práctica inadecuación entre asignación de recursos y necesidades inversoras que colmen estos gaps de tan importante naturaleza. Piénsese en las deficiencias de unas infraestructuras patológicas, unidas a una lenta y no suficiente respuesta inversora promovida desde los poderes públicos; la excesiva dependencia de los tour operators extranjeros en los canales de comercialización de los paquetes turísticos, forzando precios a la baja en una competencia feroz con consecuencias negativas para consumidores y empresarios, debiéndose estimular nuevos canales o circuitos complementarios a los ya existentes que permitan diversificar riesgos a nuestras empresas.

Éstas son, entre otras realidades, las que vienen a dibujar un panorama turístico complejo pero con un extraordinario futuro. Por otra parte, no es bastante con abandonar posturas triunfalistas y dogmáticas trasnochadas, sino que además se debe estimular la cooperación en equipo, cohesionando a los que sufren y conocen como nadie el sector: sus profesionales.

Hay que poner fin a la presunta desinformación de la Administración, que achaca el aumento de la inflación por el incremento de los precios en turismo y hostelería al aplicar los precios de la guía oficial de hoteles, ignorando, salvo error u omisión, que los precios reales son los que figuran en los contratos con los tour operators, siendo éstos sensiblemente más bajos, como todos conocemos.

No hay que penalizar con aumentos en el tipo del IVA -del 5% al 12% en hoteles de cuatro estrellas- a una industria social, a diferencia de la política seguida en otros países, como por ejemplo en Francia, y a una hostelería que atraviesa las dificultades por todos conocidas. El teórico inceemento de recaudación con esta tozuda medida, criticada constructivamente por el sector, así como por la propia Administración turística, debiera ser conocido por la ciudadanía, sabiendo si compensó dicho incremento con las reducciones de benefic¡os vía impuesto de sociedades y baja ocupación...

Es preciso un cambio fundamental en la aproximación de nuestro pensamiento en la resolución de estos problemas. Por desgracia, las partes más directamente afectadas en una discusión son con frecuencia las menos indicadas para arbitrar en la misma. Los abogados conocemos por experiencia que existen tres vías para resolver un conflicto: el enfrentamiento-pleito, la negociación-pacto o proyectar una vía desde fuera de las propias partes. Siempre sin tratar de resolver un conflicto creando otro, ya que ello sería absurdo.

Cualquier idea de valor creativo pensemos que deberá ser siempre lógica en su resultado. La certeza, más que percepción, de estar ante una nueva etapa, ante nuevos retos, implica primar a veces la fuerza sobre la brillantez de un punto de vista.

En este contexto, complejo pero resoluble, debe existir fe en el futuro de la industria turística, una de las más rentables por las capacidades que tiene España y nuestro sector, debiéndose obtener alta rentabilidad no sólo económica, sino también social y política, como antaño.

El conjunto de los profesionales que forman la gran familia del turismo, las riquezas y atractivos de nuestro país, permiten ser razonablemente optimistas para encarar un fructífero futuro.

Pero para ello deberá crearse el caldo de cultivo por la Administración del Estado, apoyado por las demás administraciones competentes y sectores directamente implicados, a fin de diseñar el nuevo modelo turístico para décadas venideras."

Ser líder en cualquier campo implica trabajo, entrega, imaginación creativa. Todas estas cuestiones se dan en nuestro sector. Tan sólo falta organizar y coordinar todos los esfuerzos para superar los problemas y ser competitivos en una industria como el turismo, que ha demostrado, demuestra y demostrará que es algo más.

La sociedad en su conjunto apoya y apuesta por el turismo, al que tanto debemos y del que tanto se espera. Sería una magnífica noticia para celebrarlo en este descafeinado Año Europeo del Turismo en que nos encontramos.

No olvidemos que el presente es lo principal del futuro. En esa tarea conjunta de búsqueda de soluciones nadie deberá escatimar esfuerzos.

José Luis Roca Aymar es abogado y profesor de universidad.

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