Apocalipsis, paraíso y Madrid
Se llama Deniel, de 13 años, modoso, serio y de mirada profunda. Pero es la Bestia, la del Apocalipsis, con su número 666 en la coronilla. Ciudadano de Estados Unidos y riquísimo heredero. Este chico mata a todos cuantos se interponen en su camino: son esas muertes atroces y difíciles las que, constituyen la película con la que pasamos del sábado al domingo. Está abierto el camino para una tercera película. Se verá al hijo del diablo llegar a general, a presidente de Estados Unidos. O a papa. Viene el Apocalipsis, con capital en Washington.Poco antes habíamos visto la primera y larga parte de una película de dos, con la vida de Elisabeth Coe: continuó y terminó el domingo. A los espectadores españoles seguramente les interesan seriamente las luchas por el poder en Samoa y en Nueva Guinea en el siglo XIX. Incluso no piensan en otra cosa. Pero les conforta saber que al afán de rapiña de Alemania y del Reino Unido se opone Estados Unidos, gracias a Elisabeth Coe y al presidente Grant: los Estados Unidos odian el colonialismo y desean que el paraíso del Pacífico Sur se conserve y los nativos no sean esclavos. La libertad, naturalmente. Todo debe acabar con una tutela americana tras varias conferencias internacionales; y con la señorita Coe amasando una fortuna de copra y navegación. Si todo esto no produce demasiada curiosidad en la cultura española, que sin duda sabe que aquellas entradas de blancos hundieron el paraíso y extendieron la sífilis, y que todo terminó en colonización de Estados Unidos en nombre de la libertad -el siglo XIX traía ya las ideas del XX-, siempre queda la señorita. Partidaria y practicante incansable de la libertad sexual, que ejerció con gran profusión a lo largo de su vida. La interpreta Barbara Carrera: no creo que la verdadera Emma tuviera su belleza. Y así, tras los problemas políticos de aquellas islas, resueltos por Estados Unidos, y el apocalipsis preparado también por Estados Unidos -hay países providenciales-, llegamos a las últimas noticias, que traían la realidad: Matanzo y Bocanegra en la guerra municipal de Madrid haciendo soplar en las noches del sábado a los automovilistas por el tubo del alcohol, montando barreras, pidiendo papeles. Fiebres de viernes y de sábado noche; y sueños lejanos de alcaldía.
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