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Entrevista:

"El monetarismo puede ser la catástrofe de la Europa oriental"

La política de implantación radical y brusca de los mecanismos de la economía de mercado en los países del Este de Europa amenaza con causar gravísimos costes sociales, romper el muy delicado ritmo económico existente y despertar así nostalgia por el régimen comunista o el atractivo para opciones de extrema derecha, según advierte Valtr Komarek. El profesor y dirigente del Foro Cívico checoslovaco, que intervino ante la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander, y se entrevistó después en Madrid con personalidades políticas y económicas, lamenta la falta de estrategia de España en su política hacia el Este de Europa. "Los acontecimientos se suceden con rapidez pero ya no basta con reaccionar. España debe jugar un papel activo, que le corresponde como país industrializado".El dirigente checoslovaco se muestra muy preocupado con el curso de las reformas radicales especialmente en Polonia pero también en su país. "El camino tomado por Polonia con el Plan Balczerowicz (al que dio nombre el actual ministro polaco de Finanzas) y que en Checoslovaquia defiende Klaus (Vaclav Klaus, ministro de Finanzas checoslovaco) nos puede llevar a implantar una economía de mercado con nuestros países en ruinas", señala Komarek. Bajo la dictadura, este economista fue director del Instituto de Prognosis de Praga, que convirtió en uno de los principales focos de la oposición intelectual a la gestión económica inepta del régimen comunista. Hoy es el más destacado representante de las fuerzas que advierten contra una aplicación abrupta e implacable de los mecanismos de mercado y defienden una introducción gradual de los mismos.

"Estas dos tendencias, la radical y la, digamos, gradual, existen en todos nuestros países, en Polonia, Checoslovaquia y también en la URSS. No hay diferencias en el objetivo, que es la economía de mercado. La primera, llamémosla de tratamiento de choque, consiste en una privatización masiva y rápida, liberalización total de los precios, liquidación de controles financieros y una apertura económica audaz con la convertibilidad inmediata de la moneda nacional", señala. "Es lo que recomienda Jeffrey Sachs, respetado en Harvard, que aplicó sus ideas en reformas en Latinoamérica y hoy lo hace en Polonia bajo Balczerowicz".

Komarek es absolutamente contrario a este salto al vacío y advierte que, si bien hoy, movidos por la euforia política causada por la caída del régimen comunista, los ciudadanos en el Este están dispuestos a sacrificios, es siempre pensando que tras esta travesía por el desierto pronto vivirán como los habitantes de los países occidentales más industrializados. La frustración de este sueño podría provocar pronto graves conmociones políticas de consecuencias imprevisibles pero presumiblemente catastróficas para todo el continente. Son 140 millones de habitantes en Europa oriental y casi 300 en la URSS los que se pueden ver afectados por esta catástrofe.

"En Polonia, según el ministro de Trabajo, Jacek Kuron, el desempleo podría afectar a 1,8 millones de personas a finales de año. Si ahora Walesa deja de utilizar su influencia para evitar las huelgas estamos ante un enorme peligro", señala Komarek.

"También Klaus quiere hacer lo mismo. Es un economista inteligente pero siempre estuvo más enamorado de Friedinan que de Keynes. La euforia que existe aún en Checoslovaquia por la caída de la dictadura ha creado una atmósfera favorable a estos cambios radicales", dice Komarek. Esta atmósfera puede haber sido decisiva para lo que parece una victoria de las tesis de Klaus sobre las de Komarek, cuya influencia en la política económica queda muy reducida al pasar de vicepresidente para Asuntos Económicos a presidente de la Comisión parlamentaria de Exteriores. 'Tenemos que ir construyendo la compleja trama que debe sostener la democracia y la economía de mercado, las invisibles cadenas que sostienen las sociedades modernas', concluye.

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