Caos.
El despiste del francés Christophe Lavainne en la llegada de Nantes es un buen ejemplo del caos que puede causar el gigantismo del Tour alcanzando incluso a los corredores. El compañero de Fignon en el Castorama no sabía que Argentin se había escapado nada menos que a 70 kilómetros de la meta y levantó los brazos cuando consigió en la meta adelantarse unos metros al pelotón. Creyó que había ganado y no tuvo vergüenza de declarar después de la llegada: "Hay doscientos hombres en la carrera y uno no se puede ocupar de todos. Cuando me he puesto en cabeza, nadie me ha dicho que Argentin se había escapado también".
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