Joao Havelange , un ganador
WILLIAM WAACKHace ya muchos años, y tiene ya 74, que el presidente de la FIFA, Joao Havelange, no conoce el sabor de una derrota. Perder era algo que le sucedía sólo en sus tiempos de nadador y jugador de waterpolo, en los años treinta, en Brasil. Desde que dejó la práctica competitiva de los deportes por la más peligrosa profesión de dirigente deportivo profesional, Havelange se acostumbró a la victoria.
La última ha sido el miércoles pasado cuando fue reelegido por quinta vez presidente de la FIFA, el máximo organismo futbolístico mundial'
Como atleta tuvo, sin embargo, éxitos considerables. Fue campeón y plusmarquista suramericano en varias pruebas de natación, y compitió en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936 En 1952, a los 36 años de edad Havelange jugó al waterpolo en los Juegos Olímpicos de Helsinki. La suma de esas dos modalidades -pruebas de larga duración en natación y la agresividad del waterpolo- resultó en un rasgo importante del carácter de Havelange.
"Tengo la paciencia, la fuerza y la capacidad de compromiso necesarias", dijo, hace meses, en una entrevista publicada en Brasil.
La colección de títulos y campeonatos como dirigente deportivo es impresionante. En los 26, años que comandó la entidad máxima del fútbol brasileño (la antigua CBD), Havelange se enorgullece de decir que Brasil participó en cinco mundiales y ganó tres (1958, 1962 y 1970). "En 1966 tuve la sensación de que no íbamos a ganar", cuenta Havelange, "por eso compré el actual edificio de la Confederación Brasileña de Fútbol. Cuando la gente vino para exigir mi dimisión, se dieron cuenta de que era un buen administrador".
Vendedor de armas
Hijo de un comerciante belga que vendía armas Winchester en Río, donde nació, Havelange supo también cómo ganar dinero. Mientras competía en natación, tenía un modesto empleo en una firma de transportes, de la cual llegó a director-presidente. Hoy, la Viaçao Cometa es una de las empresas de transportes interurbanos más importantes de Brasil.
Havelange fundó firmas dedicadas al moderno campo de la informática, trabajó como periodista, director de una industria metalúrgica, miembro del consejo directivo de un banco y, finalmente, compró casi la mitad de las acciones de una cadena regional de televisión, en Sao Paulo. Su afición principal tiene mucho en común con su vida profesional: Havelange es coleccionista de monedas y sellos.
La personalidad y el carácter de Havelange son tan fuertes como sus finanzas personales. La experiencia adquirida en la administración del fútbol en un país continente tan complejo y dividido por la política regional como Brasil, le fue fundamental cuando trató de derrotar al viejo sir Stanley Rous, en 1974, en las elecciones de la FIFA. Havelange puso en práctica una bien articulada campaña de contacto con países árabes y del Tercer Mundo, pero su golpe magistral ha sido -para la situación de entonces- atraer a China para la FIFA -entidad que reúne más afiliados que la ONU-
"Como presidente de la FIFA, acepto sólo una reelección", dijo Havelange en 1977. Él camina ahora, en, su quinto periodo como presidente de la FIFA, ya con por lo menos 23.000 horas de vuelo y visitas a 146 países. A Havelange le encanta que le llamen el Kissinger del fútbol, aunque el ex secretario de Estado norteamericano ya no sea tan conocido.
Disfruta de la fama de dirigir todo lo que tiene con mano de hierro, aunque parezca siempre cordial y elegante con su voz grave y cavernosa. Tiene fascinación por el poder y por los viajes: le gusta que le traten casi como jefe de Estado cuando visita a algún súbdito de la FIFA. Y posee un instinto político que envidiaría cualquier líder de partido.
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