Mercedes Milá: "La culpa nunca es del entrevistado, sino del periodista"
Hoy lleva a su programa a Miriam de la Sierra
Inquieta, coqueta y autoexigente, Mercedes Milá, de 38 años, reconoce que en sus entrevistas ha tratado con mayor dureza a los miembros del Gobierno que a los de la oposición. Confiesa haberlo hecho por aquello de la búsqueda de credibilidad, y afirma reconocer que en esa búsqueda se excede y a veces injustamente. Ella piensa que cuando en una entrevista algo no sale bien nunca es culpa del entrevistado, sino del periodista. En su programa de hoy tendrá como invitados a Miriam de la Sierra, hija de los asesinados marqueses de Urquijo, y a Paz Zamora, presidente de Bolivia, cuya entrevista fue grabada la semana pasada. Como pareja insólita acudirán la actriz Mary Santpere y Coque Malla, cantante de Los Ronaldos. En la tira caricaturesca del programa aparecerá el futbolista Emilio Butragueño.
Hace más de 15 años que Mercedes Milá está entregada al periodismo. Al principio hacía de todo. Tan sólo en los comienzos hizo periodismo escrito, pero luego descubrió que le interesaba más el audiovisual, y la pantalla se la quedó para ella.El precio que paga por ello es, entre otros, el convertirse en un Dr. Jekyll y Mr. Hyde de carácter doméstico, ya que no oculta el desdoblamiento y esquizofrenia de andar por casa que supone pasar de ser entrevistadora a entrevistada. "Al principio me resultaba rarísimo, pero se aprende mucho", cuenta esta catalana de orígenes aristocráticos, y añade: "Con las preguntas que me hacen me percato de cómo se reacciona ante ciertos temas y tonos que salen a la palestra y me doy cuenta, o bien de que no puedo hacerlo así o al revés, por lo que estoy muy agradecida a la globalidad de compañeros que me han entrevistado".
Esta personal esquizofrenia, que la convierte en víctima y verdugo de una misma arma, es posiblemente la que ha facilitado que Milá no dispare, en el ejercicio de su trabajo, hacia temas que no le gustaría que la abordaran: "No pregunto vida privada, amores, dinero... a no ser que sea obvio y el entrevistado quiera hablar de ello". Afirma que procura tratar como querría ser tratada: "La gente dirá: '¡vaya manera de mentir!', por aquello de mi dureza y agresividad, pero lo cierto es que yo lo prefiero para mí, ya que ahí es donde salen las respuestas más sinceras", dice.
Como si lo natural fuera. llegar a ello, termina hablando de sus fobias por la entrevista impresa y de sus filias por el directo, y Cuando lo hace trata de medir al milímetro, descubriendo su obsesión por no ser mal interpretada: "Entre la entrevista en directo y la impresa hay grandes abismos, son dos mundos diferentes..., como la gente no se puede imaginar", y agrega: "Creo, pero no porque piense que es más honesto, que una entrevista en directo está menos manipulada, no tienes posibilidad de doblegar al personaje, porque está ahí".
Manipulación
Cuando se le pregunta con tono de incredulidad si está segura de lo que dice, lo vuelve a afirmar con tono aún más tajante. Al hablarle de su seguridad en el directo, frente a la casi siempre inseguridad del invitado, de su capacidad de seducción, frente a la habitual torpeza del que no está en su terreno, afirma convencida: "En directo está la persona ahí para aclarar lo que haga falta, y no creo que la seducción sirva para manipular; es sólo un arma que utiliza el periodista en directo, y el entrevistado se puede defender de ella como quiera, puede o no caer en esas redes, dulce o dolorosamente, o defenderse, o reírse, o rechazar la seducción". En cualquier caso pone especial énfasis en que de todo esto no se interprete que ella afirma que la entrevista escrita es algo manipulado.Autoexigente, hasta casi lo enfermizo, Milá ha encontrado como fórmula el ejercer de abogado del diablo en sus entrevistas: "Cuando el entrevistado no lleva el diablo dentro no voy a por él, y eso es algo que siempre lo sé antes de enfrentarme al directo, porque al plató llego con la entrevista muy machacada".
Milá deja entrever su afición por los toros cuando afirma que cada personaje lleva una lidia distinta: "Los hay que les va bien que les sigas, otros que les acaricies .... pero la culpa, cuando algo no marcha, nunca es del entrevistado, sino del periodista". Continúa hablando con la jerga de los toros, que piensa es aplicable a múltiples situaciones de la vida, y dice: "A mí me gusta, como a los toreros, un toro noble, que embista, y no soporto los mansos, son peligrosos, te pueden dejar con el culo al aire, y no es que ello me importe".
Como ejemplo de una "gozada de entrevista" habla de la última que realizó al escritor Terenci Moix: "Fue un personaje que se abrió como una granada, ello me causa un gran respeto y la gente está muy deseosa de esa sinceridad. En cambio, creo que la de Juan Guerra fue todo lo contrario".
No oculta que ella ha caído también en el tic de ser más dura, a la hora de entrevistar, con un miembro del Gobierno que con alguien de la oposición: "Ello se debe a que buscas credibilidad, y si soy honesta he de reconocer que a José María Aznar o a Fraga les he tratado con mayor dulzura que a miembros del Gobierno, pero creo que la exigencia debe ir más allá con los miembros del poder".
El programa de hoy, como todos, lo realizan 20 personas, de las que 10 son periodistas. Entre ellos el productor José Sámano, pareja de Mercedes Milá desde hace 12 años.
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