Sólo 68 días

La soledad, una enfermedad que afecta a la totalidad de la humanidad, ganó la batalla a Emili Reyes, el espeleólogo catalán de 40 años que fracasó en su intento de batir el récord del mundo de aislamiento en una cueva. La marca estaba en poder del yugoslavo Miletín Velkovic, con 365 días, desde junio de 1970. Reyes sólo ha permanecido 68 días en la cueva de Annes (Lérida) y ni siquiera ha podido superar su récord personal de 104 días, establecido en la cueva de Rlalb (Barcelona) en el año 1973. Problemas físicos, psíquicos y también de coordinación han llevado al fracaso a la llamada Operación 9.000, que tenía un presupuesto cercano a los 23 millones de pesetas.

Eran aproximadamente las diez de la noche del pasado viernes cuando Reyes efectuaba su aparición en escena, previamente programada por los coordinadores de la operación. Se había advertido a los fotógrafos y a las cámaras de televisión que desviaran sus focos para que la luz no hiriera sus ojos e incluso se había pedido un tono bajo de voz a los periodistas y curiosos con el fin de no dañar sus tímpanos. Excesivas precauciones.El espeleólogo salió al vestíbulo de la cueva de Annes, donde se improvisó una sala de conferencias, mejor de lo esperado. El brazo de su compañera, Josefina Membrilla, tan sólo era necesario para que gráficamente quedara mejor reflejado el momento. Y es que Reyes había permanecido en su inhóspita morada unos días de propina para no romper el experimento científico, pero desde el pasado domingo ya se había roto su aislamiento cuando comunicó verbalmente a los médicos y a su propia compañera su voluntad de abandonar. En tan sólo cinco días se había recuperado en lo principal, en su estado anímico.

Los fallos

"No podía continuar", dijo Reyes, sentado en una silla, enfundado en un mono rojo forrado con adhesivos de las casas comerciales que patrocinaban la operación y protegido por unas gafas oscuras. "En este proyecto ha fallado el aspecto humano y en un 80% yo soy el culpable", añadió.

Reyes explicó de una forma ambigua las razones de su prematuro abandono y veladamente denunció una falta de coordinación entre él y los equipos de superficie: "Según mis cuentas, hace unos 20 días comencé a encontrarme nervioso, mi moral bajó hasta los suelos y apenas tenía ganas de alimentarme [ha perdido 12 kilos] hasta el punto de que sentía deseos de vomitar; en definitiva, que me sentía impotente para proseguir en esa situación".

El espeleólogo reconoció que en aquellos momentos no sentía necesidad de intentar una nueva aventura: "Tengo la sensación de que me han caído 20 años encima. Quizá dentro de un mes piense que puedo volver a meterme en una cueva, pero lo ideal sería que otra persona siguiera con la prueba y yo la coordinara desde fuera. De todas formas, he obtenido una experiencia muy interesante y he aprendido a valorar más a las personas".

Reyes tampoco fue muy explícito en cuanto a las anécdotas vividas durante los 68 días: "Corno siempre ocurre en estos casos, sufres un desfase de tiempo [el viernes estaba convencido de que era 10 de abril] y parece ser que he dormido demasiadas horas. Con el ordenador he trabajado poco y apenas sé lo que ha ocurrido en el mundo". "¿Qué me contáis vosotros?", añadió. ¿Que el Barça no ha ganado la Liga? Eso no es una novedad", dijo con ironía".

Sus palabras obraron un efe to de distensión entre los miembros del equipo de la operación, quienes se sentían defraudados por el fracaso y por las consecuencias económicas que puede originar su abandono, ya que había apalabradas algunas exclusivas periodísticas y también compromisos financieros.

Análisis médicos

Los especialistas médicos tampoco estaban satisfechos, aunque intentaban disimular su decepción, y restaban importancia a los problemas flisicos de Reyes. "Tiene un simple resfriado, nada más", dijo el doctor Toni Díez, que justificaba la validez de la operación "simplemente por el hecho de poder comparar, por primera vez, el comportamiento biológico de la misma persona en unas condiciones similares en un espacio de 20 años". No obstante, Rafael Battestini, coordinador médico de la operación, reconoció que dada la brevedad de permanencia en la cueva no habían podido hacerse estudios para aplicarlos posteriormente al campo de la aeronáutica.