El mercado interior, prueba de coherencia para el sector eléctrico
La planificación de las empresas eléctricas, afirma el autor, debe orientarse hacia la eliminación de los problemas que limitan la comunicación fluida entre los distintos recursos para que, a través de la movilización de los más competitivos, se logre una adaptación a las necesidades del consumo.
Recientemente se ha apuntado que, en un entorne, difícil, volátil, la coherencia de las decisiones se fundamenta en la planificación, hasta el punto de que ambos términos, coherencia y planificación, son, en ese contexto, las dos caras de una misma moneda.La coherencia interna de las decisiones, coherencia tanto a nivel temporal, de unos períodos a otros, como a nivel vertical, de unos agentes económicos a otros, exige procedimientos adaptados a un entorno en el que los sistemas de relación entre agentes se ven también constantemente modificados, alterados o, en último término, trastocados para adecuar sus objetivos, los de todos y cada uno de dichos agentes, a los de la comunidad a la que pertenecen y a la que deben estar subordinados.
En este sentido, la integración de España en la Comunidad Económica Europea ha supuesto un cambio radical en las coordenadas de actuación. El nuevo marco no queda ya limitado a los, desde entonces, estrechos confines de nuestra vieja piel de toro. Se extiende a más de 300 millones de europeos que de forma conjunta y solidaria han decidido apostar por su futuro, por un futuro concebido dentro del concepto amplio, difuso, pero a la vez pleno de riqueza, de mercado interior, concepto que no sólo es un avance hacia la integración política, sino que representa una vía hacia la supervivencia como unidad económica.
La decisión política de integración en la Comunidad arrastra, inevitablemente, la decisión de plantear y resolver los problemas, todos los problemas, y entre ellos los energéticos, de una forma diferente, caracterizada por una puesta en común de todos los puntos de vista y una búsqueda continuada del más amplio consenso, lo que implica también la modificación de las actitudes de todos y cada uno de los partícipes, activos o pasivos, en el hecho energético. Ahora bien, hablar de mercado interior y no hacerlo extensivo al área energética es una simplificación carente de sentido y que, como tal, llevaría a decisiones incoherentes. En consecuencia, hay que admitir sin reservas que el mercado interior de la energía va a constituirse, para el sector energético y más en concreto para el sector eléctrico, en prueba testimonial de la adecuación de su estrategia en la década final de este siglo y, en definitiva, de la coherencia de sus decisiones, es decir de su planificación.
Mercado interior
La importancia de este hecho y su complejo contenido invalida cualquier esquema simplificador que pueda plantearse, de modo que tan irresponsable sería acudir a discusiones bizantinas sobre problemas imaginarios como pretender limitar, por principio, las opciones posibles para lograr ese mercado interior de la energía sobre la base, cuando menos movediza, de que no existe una definición precisa del término.
Y a este respecto no hay que olvidar que el mercado interior, el de cualquier bien o servicio, es sólo un medio para conseguir un fin: la instauración de un espacio común europeo caracterizado por la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales. Las dudas que pudiera haber sobre el alcance del término mercado interior de la energía debieran quedar resueltas con sólo precisar que todo aquello que contribuya a la consecución del fin buscado tendrá cabida en el proyecto, mientras que todo aquello que lo dificulte quedará automáticamente suprimido. Y así, carece de sentido:
a) Hablar de modelo viable o inviable. Si no es viable, deja de ser modelo.
b) Hablar de optimización de costes en términos absolutos. El problema incluye ahora otras restricciones como las relativas al medio ambiente, restricciones que invalidan el principio de las economías de escala a nivel generación y hacen caer por su base la idea de que la concentración de empresas es, en sí misma, una solución definitiva.
c) Plantearse esquemas cerrados de funcionamiento que olvidan el derecho de todos los ciudadanos, los usuarios del servicio que el sector tiene como actividad principal, a buscar posiciones de mayor rentabilidad y/o competitividad. Este hecho es de singular relevancia en el caso de empresas que tienen que pelear día a día por la parcela de mercado, garantía de su subsistencia y de los puestos de trabajo que conllevan.
Cuando se está planteando la eliminación de las fronteras entre los países miembros de la Comunidad, la implantación de otras, de tipo técnico si se quiere pero fronteras al fin y al cabo, no deja de ser un anacronismo injustificado, al menos desde el punto de vista de la colectividad.
En este contexto, la planificación de empresas del sector eléctrico debe de estar orientada hacia la eliminación de los problemas que limitan o impiden la comunicación fluida entre los distintos recursos, de forma que, a través de la adecuada movilización de aquellos que en cada momento sean más competitivos, se logre una adaptación continuada a las necesidades, crecientes y diversificadas, del consumol. Y todo ello sobre la base de una correcta y precisa asignación y delimitación de funciones y responsabilidades entre los agentes.
Estrategia sectorial
Es dentro de esta correcta delimitación de papeles, objetivo prioritario de la estrategia sectorial, donde tiene sentido establecer el esquema básico de nuestra planificación.
A la colectividad, en su conjunto, le queda la ardua tarea de definir con precisión, a través de sus representantes legítimos, el tipo de sociedad a la que aspira y los medios que está dispuesta a empeñar para alcanzarla.
La Administración, por su parte, deberá establecer el adecuado marco jurídico que dé cabida natural a los objetivos de la colectividad, lo que supone:
a) La definición precisa de las energías de base que deben desarrollarse en el futuro.
b) La conveniente libertad de acceso a las fuentes primarias de energía, eliminando restricciones innecesarias en la optimización del parque generador.
c) La equitativa estructura tarifaria que permita a las empresas del sector reestructurar su pasivo y, simultáneamente, obtener unos resultados consecuentes con sus errores y/o aciertos y no con otros factores no concretados y, por tanto, difícilmente evaluables.
Por último, al sector, en su conjunto y en sus empresas, le correspondería lograr un servicio de la mayor calidad con el menor coste, expresión que encierra aspectos tan complejos como:
a) Atención prioritaria a todas las necesidades de los clientes.
b) Búsqueda permanente de la reducción de costes.
c) Mejora continuada de los sistemas y métodos de gestión.
d) Incorporación de nuevas tecnologías.
La planificación, como fuente de coherencia, debe de conjugar los intereses, de todas las partes involucradas. Todos los planteamientos, las decisiones y actuaciones que no se atengan a estos condicionantes están abocados al fracaso porque la tozudez de los hechos es más fuerte que la sinrazón de las voluntades. En este sentido, el mercado interior de la energía debe de ser la fuerza que nos impulse a eliminar restricciones incoherentes derivadas de objetivos obsoletos.
es subdirector de Planificación y Estudios de Iberduero.
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