Nueve Semanas largas
Son una extraña pareja. Ella rezuma fortaleza y sensualidad por todas partes. Él, desaliñado, sucio, lento y displicente, parece un extra de una mala adaptación de El extranjero. No obstante, la sala oscura recupera con ellos una de sus cualidades originales: nos convierten a todos en voyeurs. Es la unión de dos fisiologías que se atraen sin necesidad de justificaciones para placer y gloria de quienes, previamente, han pasado por taquilla.Nueve semanas y media puede ser una de las películas ejemplares de una década que comenzó siendo absolutamente descafeinada para remontar el vuelo en sus finales, derrumbando los muros de Berlín con las trompetas del libre mercado. La fecha de 1986 la sitúa, sin discusión, en la parte blanda de los ochenta. Bajo una primera apariencia de pasión sin límites subyace un spot de colonia para hombres. Su realizador, Adrian Lyne, procede del mundo de la publicidad y los videoclips y tuvo la habilidad e intuición de reconvertir una historia en un largo anuncio. El resultado es una película mucho más suave que la novela de Ingebord Day en la que está basada (Editorial Tusquets) y con un tono formal que causó furor entre los yuppies de buena parte del mundo.
Kim Basinger, rodeada de persianas y lámparas de diseño moderno, se despoja de sus ropas mientras Joe Cocker nos canta a todos lo de Déjate sólo el sombrero. La mezcla sirvió, cuando menos, para cuatro cosas: dar ideas de decoración, reconocer el poderío físico de la dama, revivir a un excelente rockero que levantaba poca cabeza y comprender que los restantes 85 minutos son tan prescindibles como el estilo vital de quienes la han mitificado, los mismos que creen que el sexo es cuestión de desodorantes y la economía de especulación.
Nueve semanas y media se emite por TVE-1 a las 22.15.
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