Crédito

Acudí al banco para solicitar una cuenta de crédito y me respondió el banquero: ¿Cómo no le habríamos de abrir una cuenta de crédito, con la caída de ojos que usted tiene?". Todo fueron facilidades, aparte algunos detalles sin importancia. Lo dijo el banquero: "Sólo faltan algunos detalles sin importancia: nómina, liquidación a Hacienda, escrituras de sus fincas rústicas y urbanas... ". "No tengo fincas, ni rústicas ni urbanas", le interrumpí, poniendo los ojos a su mejor caída, por si acaso. Se rascó la barbilla sumido en meditación profunda, y al cabo preguntó: "¿Tiene perro?". "Sí". "¿El perro tiene caseta"?'. "Sí". "Traiga la escritura y un documento de conformidad ladrado por el perro".El banquero me explicó las condiciones de devolución del crédito, pero no entendí nada. "Es que soy de letras ¿sabe?", le aclaré. "No se preocupe", comentó, y me dio un impreso. "Aquí está todo detallado. Lléveselo y lo estudia tranquilamente". Me lo llevé y lo estudié tranquilamente. No demasiado. Decía: "Para información al cliente se hace constar que la tasa (TAEC) de la operación se calculará según el procedimiento establecido en la circular del Banco de España 15/1988, cuya expresión matemática es la siguiente:

¡La gallina! Ahora bien, la circular añadía: "El tipo anual i será i = (1 + ik) k - 1, siendo k el número de veces que el año contiene al período elegido", y depende, pues Dn, (1 + ik)^tn y demás está claro -la gallina-, mientras "i = (1 + ik)k - 1, siendo k el número de veces que el año contiene al período elegido", es la fórmula del botijo, que se usa en verano k veces, o a lo mejor son h. Y como uno será de letras, pero no lila, en estas condiciones no devuelvo ni un duro. Si a Mariano Rubio se le ocurrió la circular una noche de tormenta, yo no tengo la culpa.