Atasos bajo control... inútil
El enorme volumen de tráfico hace que saber dónde está el embotellamiento sea una mera curiosidad
Los cotidianos atascos de Madrid están bajo control. Cuarenta y dos cámaras de televisión envían permanentemente imágenes de las principales calles. Setecientos cincuenta detectores situados bajo el asfalto informan del estado del tráfico en el viario principal. Si es necesario se pueden cambiar los ciclos de 502 semáforos. Sin embargo, la vejez del sistema y la falta de alternativas circulatorias en las grandes vías hacen en ocasiones inoperante el control. En 1989, Madrid estuvo totalmente colapsado al menos durante 10 días.
Sebastián de la Rica, director de servicios de circulación del Ayuntamiento, afirma que si bien Madrid fue pionera en contar con un control centralizado del tráfico -funciona desde 1968-, en los últimos años no se ha avanzado mucho en su modernización. "Hay que ampliar el sistema, dotarlo de mayor capacidad y flexibilidad, si queremos poder reaccionar con rapidez", explica.El Ayuntamiento ha programado una inversión de 300 millones de pesetas para ampliar el control semafórico automático a 107 cruces más y otros 80 millones para instalar 10 cámaras en otros puntos de la ciudad -como la plaza Elíptica, la Puerta de Toledo o la calle de Arturo Soria- que quedan actualmente fuera del campo visual de la sala de control.
No obstante, Sebastián de la Rica no espera que se resuelvan así los problemas de circulación. "En una ciudad media el sistema puede tener más éxito, pero en las que pasan de un millón de habitantes los efectos no son tan espectaculares; pero eso pasa tanto en Madrid, como en París o en Londres".
Engañar al detector
La principal función de la sala de control municipal es regular los ciclos de los semáforos -del verde al rojo- en función de la intensidad circulatoria medida por los detectores instalados bajo el asfalto. Los mismos aparatos envían datos sobre la intensidad -porcentaje de vehículos en circulación en función de la capacidad de la vía- y saturación -porcentaje de coches que en ese momento están parados sobre el detector- de las calles.
La perfección de la técnica está condicionada, sin embargo, a la educación vial. Un coche parado en segunda fila sobre un detector puede disparar los índices de saturación de una calle hasta el ciento por ciento. Este nivel máximo, equivalente al colapso, se registró el pasado año al menos en 10 días, coincidiendo con controles policiales, manifestaciones, lluvia o accidentes.
A través de los monitores de televisión, dos técnicos de circulación y un policía municipal tienen acceso directo a las principales arterias de la ciudad. "Lo que no podemos hacer es sancionar desde aquí", explica la funcionaria policial mientras el monitor arroja imagenes de la avenida de América con una larga hilera de vehículos en doble fila sobre el carril-bus. "En los casos más graves damos aviso a las patrullas para que sancionen", explica.
"Desde que está el servicio en funcionamiento hemos advertido una mayor mentalización de los conductores", explica Javier Leralta, responsable del servicio. "Aunque no es nuestra misión, desde hace unos meses tenemos que atender buen número de llamadas de personas interesadas en buscar alternativas o saber cómo está la circulación", explica. "Aunque en algunos casos no podemos dar calles alternativas porque no las hay". Es decir, se sabe dónde está el embotellamiento, pero el diabólico tráfico madrileño no se deja domesticar a golpe de semáforo.
Según el ordenador, los cruces con mayor intensidad media son los de la plaza de Cibeles, con 218.000 vehículos al día; la del doctor Marañón, con 206.500; la de Colón, con 195.000, y el nudo sur de la M-30, con 192.500 vehículos. Mera curiosidad.
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