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Crítica:CINE EN TELEMADRID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una máquina de matar

Primera sangre es una excelente novela de David Morrell que dibuja al personaje Rambo de forma muy distinta a como aparece en su primera versión cinematográfica, Acorralado. La novela, con implicaciones mucho más profundas que la película, plantea el sangriento enfrentamiento entre un ex veterano de la guerra del Vietnam y un sheriff, ex veterano de la guerra de Corea. El odio a muerte y la admiración mutua de los dos héroes se convierte en una réplica de la dialéctica del enfrentamiento torero y toro, cazador y presa.En la novela a pesar de la muerte de ambos, el personaje del sheriff tiene un tratamiento equiparable al de Rambo e incluso el prestigio social de ese ex combatiente de Corea, aquella guerra gloriosa, está mejor presentado que el de este héroe del Vietnam, una guerra sucia y contestada por el pueblo americano.

Tanto en Acorralado como en Rambo y Rambo III, el fondo ideológico de la novela queda desvirtuado por el protagonismo de Silvester Stalone. Este pedazo de masa humana, que adquirió su popularidad en Rocky, exigió transformar el personaje de Rambo en un héroe para su lucimiento exclusivo. Desechó una primera versión más intelectualizada del guión y prefirió antes que a otros directores a Ted Koelcheff, que estuvo condicionado a poner su buen hacer cinematográfico al servicio de primeros planos que mostraran la musculosa estructura fisica y complexión mastodóntica del protagonista.

Además como el héroe de la pantalla no debía morir, la figura del sheriff sale perjudicada en favor de un desahuciado boina verde del Vietnarn. Era también la única forma de prolongar en cine sucesivas aventuras del personaje.

Acorralado escribía así una de las crónicas más violentas sobre esa América que el cine retrata constantemente. Rambo, convertido por el sistema en una sombra de su antigua prestancia, se ve obligado a utilizar sus antiguos recursos ante el acoso de la ley y el orden. La película le presenta como un héroe tratado injustamente y obligado a exhibir su violencia para recordar que en otros tiempos fue una máquina de matar.

Con nervio, estilo rápido y eficaz e imágenes, impactantes, no ahorra agresividad visual al espectador; la violencia por la violencia se desarrolla hasta el límite del aguante humano. A, fin de cuentas pretende narrar esa agresividad latente de la agresividad americana. El éxito de la película fue total, a pesar de la mimética interpretación de Stalone, que asiste impertérrito a este increíble festival de atrocidades. Sólo algunas secuencias están planteadas de forma verosímil, pero el espectáculo está garantizado.

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