Lo que se mueve es América
Cuando Arthur Penn dirigió en 1975 La noche se mueve, la moda del cine policiaco inundaba las pantallas. El protagonista, Gene Hackman, era entonces uno de los actores más taquilleros por su multitudinario y reciente éxito con French connection Nadie esperaba que La noche se mueve no fuera una película de este estilo, o del de China Town, El padrino o Con el agua al cuello, porque contaba el argumento clásico de un detective que inicia la búsqueda de la desaparecida hija de una ex actriz millonaria y acaba en una trama de contrabando de objetos de arte.Los primeros sorprendidos fueron los productores de la Warner a quienes disgustó el producto y retrasaron su estreno; después ciertos sectores de la crítica que se obcecaron en no entender que se trataba de una película muy personal del mejor cronista cinematográfico sobre América. Crónica que Arthur Penn comenzó con El milagro de Ana Sullivan (1960) y continuó con Bonny and Clyde, El restaurante de Alicia y siguió con Georgia.
Aunque la película encaje en esa avalancha de filmes policíacos del momento, los objetivos son diferentes. Harry Moseby (Gene Hackman) no es un detective brillante, es duro a su manera, pero también torpe y de gustos sencillos, un chapuzas en la línea de aquel detective marginal y fracasado que encarnó como nadie Humphrey Bogart. Los personajes son arquetipos entresacados de penculas del género que recuerdan al espectador imágenes ya vistas. La desorientación mayor proviene del papel reflexivo que encarna el protagonista, algo inusual en un detective y hombre de acción; es capaz de abandonar la búsqueda del culpable para centrarse en la de su propia identidad.
Bajo una trama policiaca, la película esconde una dura crítiea a la pérdida de ilusiones y rnodo de vida en la América de los años setenta. Éste es el material que sirve a Perin para extraer un humor irónico rrianiflesto en la pregunta "¿dónde estaba usted cuando mataron a Kennedy?" o en la situación de los celos del detective por el amante de su mujer, que a fin de cuentas no resulta ser un play boy sino un minusválido, o de esa Lolita de pacotilla, tan perfectamente encarnada por Melanie Griffith, que con 17 años hacía su debú cinematográfico.
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