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El Madrid prolongó a la Liga su crisis de identidad

Santiago Segurola

El Madrid prolongó su crisis de identidad y de juego a su territorio más conocido, la Liga. Su falta de convicción es cada jornada más notoria, y afecta a parcelas que hasta ahora le eran sagradas. El Madrid parece ahora más vulnerable que nunca en una competición que había tomado como propia. Dos meses después de comenzar el campeonato del equipo de Toshack ya ha sufrido dos derrotas, una más, por ejemplo, que la cosechada en toda la campaña anterior. La debilidad última del Madrid comienza por una pérdida de la autoestima en el campo.La ausencia de convicción en el juego ha provocado un grave conflicto en un equipo que siempre se ha caracterizado por la defensa irrenunciable de su método. Los rivales jugaban según las condiciones que el Madrid dictaba. Y cuando no se seguía este principio, aparecían las deficiencias, las dudas y las grandes derrotas.

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La relación de dependencia con el adversario es notable en estos momentos. John Toshack hila y deshilvana sus alineaciones, sometido a las dudas existenciales que le provoca el equipo contrario, cualquiera que sea su posición en la escala social del fútbol. El resultado de este conflicto de personalidad amenaza con desvirtuar los postulados básicos del equipo.

La desorientación se advierte en un juego híbrido y despersonalizado, como el que practicó en Atocha. El Madrid no jugó ni bien, ni mal, en un campo que comenzó satinado con el sirimiri y acabó convertido en un fangal imposible para el juego. El problema vino de la falta de convicción moral de su superioridad en la cancha. En este sentido, la Real Sociedad hizo un partido modélico. Sacó su juego de la caseta y lo llevó hasta las últimas consecuencias. El Madrid, no. Comenzó tocando la pelota, como culpabilizados todos por el desatino aéreo del último miércoles, pero acusando un exceso de blandura ante un equipo que se imponía por la vía física. El balón del Madrid discurría mortecino entre sus líneas, preocupados todos los jugadores por cumplir el libreto, pero ninguno capaz de transgredir aquella rigidez.

La Real Sociedad siempre fue más compacta, especialmente mientras el estado del campo permitía delimitar los estilos de cada cual. Los goles certificaron esta supremacía. El Madrid podrá alegar en su defensa el doble rebote en los postes del remate de Hugo poco después del primer gol local. Pero aquella acción podía escribirse en la capacidad individual que tiene el mexicano.

En unas condiciones tan precarias de fe, de nada le valió al Madrid un diseño más natural de la, alineación. Chendo fue devuelto a la banda, donde es alguien en el fútbol, y el resto se acomodó con cierta sensatez en el terreno. Más sorprendente fue la presencia de Agustín en lugar de: Buyo, movimiento que Toshack justificó por motivos estrictainente tácticos pero que en la grada se interpretó como una concesión en un partido de enorme tensión ambiental.

Agustín se encontró, en estas circuristancias adversas, en una situación muy delicada. Falto de partidos, sin la capacidad de mando que sólo entregan las presencias repetidas en la portería, el guardameta madridista acusó una considerable debilidad en el primer tercio del partido, cuando marcó la Real.

Los dos goles y el progresivo deterioro del campo dejaron un partidosólo disponible para atletas. En esta tarea, el Madrid peleó con vergüenza y ganas, virtudes también compartidas por la Real Sociedad. No se veía, poz tanto, que el Madrid encontrara la posibilidad de reconducir el juego y el resultado. Sus defectos se habían instalado antes, cuando el campo ofrecía opoitunidades para todos. En aquellos instantes, la Real Sociedad mostró todas sus armas y se vació con ellas. El Madrid ofreció, por el contrario, la imagen desdibujada y triste de los equipos que desconflan de su juego y su destino. Naturalmente, perdió y ayudó a sembrar más; dudas entre su decepcionada afición.

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