_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Providencia

Los jugadores del Legia de Varsovia escucharon devotamente la santa misa y consiguieron empatar con un FC Barcelona lleno de estrellas del fútbol mundial. Una auténtica constelación. Los jugadores del Legia de Varsovia viajan en compañía de un entrenador y un masajista, como todos los equipos de fútbol, pero también de un sacerdote que se santigua de vez en cuando en el transcurso de los partidos, y así les va. Curiosa gente estos polacos. Casi paralelamente a esta exhibición de catolicismo deportivo, el primer ministro de Polonia reafirmaba su seguridad en el éxito de su gestión porque, dijo, "nos protege la divina providencia".Esta utilización de la divina providencia la veo tan conmovedora como peligrosa. Obliga continuamente a elegir a la divina providencia, tan condescendiente con los polacos y tampoco con los etíopes o los libaneses; tan propicia con el sistema de juego del Legia y tan de espaldas a Ia voluntad de exhibición del FC Barcelona. Tal vez se pueda llegar a la conclusión de que la divina providencia no puede atenderlo todo, como el Estado asistencial, y hoy les da a unos lo que mañana tendrá que quitarles para dárselo a otros. Creo que, teológicamente hablando, lo que acabo de decir es casi motivo de excomunión, pero es que cuando a la luz de la divina providencia es inevitable una cierta sensación de angustia y desorientación. Ya sé que es cuestión de fe, ya. Asumo aquel bailable preaperturista, creo que de Los Mustang, en el que se afirmaba: "Nos falta fe".

Ahora, de producirse la eliminación del Barcelona, no faltará quien aconseje a Núñez cambiar de entrenador y de sistema defensivo. Aunque mejor le aconsejaría aquel que le indicara la conveniencia de fichar un capellán, a ser posible un capellán polaco, y, como cunda el ejemplo, por fin los estadios podrán ser llamados propiamente catedrales del fútbol. Y es que vamos hacia la catedralización de la vida y de la historia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_